A través de palabras y gestos sencillos, Jesús trae la curación y la vida. Si tenemos fe, Él actuará a través de nosotros para llevar la salvación a los demás
Sin la ayuda de Nuestro Señor somos muy débiles y sucumbimos fácilmente al mal. Pero con su gracia todas las cosas son posibles, e incluso la persona más inesperada puede ser llamada a ser un apóstol.
El Señor acompañaba su predicación con la fuerza de su ejemplo y la potestad de expulsar demonios. Como a los apóstoles, también a nosotros nos llama Cristo a anunciar con coherencia el evangelio que libera a todos.
El Señor nos pide una maduración interior: pasar del niño que se queja y se enfada porque parece que su padre no le hace caso, al niño que confía, que se abandona en los brazos de su padre.
Pidamos que haya muchos obreros para la mies, que sepan estar muy unidos a Dios por la oración y plenamente dispuestos a ponerse en sus manos para la misión que les tenga encomendada.