Pedro Sánchez no habla de la Iglesia… de momento

Pedro Sánchez.
Pedro Sánchez.

Si algo ha quedado claro del reciente “reality show” del Presidente del Gobierno es que cada vez conocemos mejor su forma de ejercer el poder, su concepción del poder, la relación que establece entre el poder y su persona.

Su manual de resistencia no parece que incluya muchas lecciones morales. El principio de que el fin no justifica los medios no es el lema de vida.

Alterar el curso ordinario de las instituciones y de la política para legitimar una serie de decisiones a posteriori, con un ritmo, tempo y escenografía de serie de ficción, forma parte de su “modus operandi”.

Lo interesante no era saber si se quedaba, sino con qué intenciones se quedaba. En el punto de mira, el poder judicial y la prensa, digamos, dos poderes, en niveles diversos, claves en el desarrollo de la democracia.

El criterio de la actuación del poder judicial es la independencia. Sólo sirve a la ley, que es la garantía de la convivencia. El de la prensa es la libertad. Independencia y libertad.

Pedro Sánchez no suele hablar de la Iglesia. Da la impresión de que este tema no le interesa mucho.

No es Zapatero que tenía la obsesión de que la Iglesia no legisla. El proyecto moral de Zapatero para la sociedad española se llevó a cabo, con la oposición de no pocas iniciativas eclesiales, aunque parece que ha funcionado.

No se podría entender el proyecto transformador del sistema político español que plantea Sánchez en este momento sin el moral que se inoculó a la sociedad española en la época de Zapatero.

Si hay una institución que representa la independencia y la libertad frente al poder constituido es la Iglesia. A no  ser que entendamos la Iglesia sólo como una organización de servicios, por lo tanto, subordinada al diseño social del Estado. Lo que molesta de la Iglesia es que no funciona con las lógicas del poder político o estatal. No me voy a poner en plan teológico, pero la lógica de la sacramentalidad es lo más revolucionario.

 

En las relaciones entre la Iglesia y el Estado, en los últimos tiempos, la Conferencia Episcopal ha tenido claro lo que han supuesto las jugadas de Bolaños, la “longa manus” de Sánchez en estas materias.

La primera fue la de las inmatriculaciones. No hace falta que evoque el pretendido gol de ofrecer los datos sin previo aviso, lo que hizo que se movilizara la Conferencia Episcopal para aclarar las dimensiones reales del asunto.

Algo parecido está ocurriendo con los Planes de reparación de las víctimas  de la pederastia. Me remito al último comunicado de la Conferencia Episcopal. Por cierto que esta cuestión no se ha cerrado, ni en las relaciones con el Gobierno, ni en la propia Conferencia.

Plantear como hipótesis que el Gobierno deje caer que si la Iglesia, con su dinero, no colabora en el fondo estatal para las víctimas, lo sacarán de la Asignación Tributaria, no es descabellado.

No hay dos sin tres, que dice el refrán popular. Queda pendiente el Valle de los Caídos y el futuro de la Comunidad de Benedictinos, sentenciada desde hace tiempo. Una carta en la magna de Sánchez-Bolaños para el momento oportuno.

Si embargo, dada la situación actual y el nuevo proceso político en el que estamos inmersos, con dos objetivos claros, transformar el poder judicial y amordazar a los medios, no debiéramos olvidar que la Iglesia es propietaria de uno de los grupos de comunicación más importantes de España.

Y que Pedro Sánchez se ha obsesionado con lo que califica como la “fachosfera mediática”, con lo que se publica y con lo que se comenta. Si por algo se ha caracterizado los medios de Iglesia es por esa libertad “sacramental” que llevan en su ADN.

¿Qué va a hacer Pedro Sánchez en esta situación? Veremos las medidas que propone contra los medios y las dinámicas que desatará en lo que tiene que ver con la Iglesia.

Apunte de última hora. Hay además otro medio de comunicación generalista, de mucha pegada, me refiero a “El Debate”, que también pertenece a un institución de Iglesia, la Asociación Católica de Propagandistas, cuyo director fue señalado a las pocas horas del discurso de Sánchez por el PSOE. Señalado y amenazado con llevarlo a los tribunales. Lo dejo ahí.

Sánchez no suele hablar sobre la Iglesia. En público. Es mejor no pensar lo que dice en privado. Pero algo dirá en público y pronto. Al tiempo.  

Comentarios