El Credo de Benedicto XVI

Una efeméride que comenzará el 11 de octubre de 2012, en el quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, y concluirá el 24 de noviembre de 2013, Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. La próxima reunión de la Permanente de la Conferencia Episcopal, de los próximos 28 y 29 de febrero, no obviará este contexto de preparación de este tiempo de gracia para la Iglesia. Quizá sería una magnífica oportunidad que, después del documento sobre la Teología en España posterior al Concilio Vaticano II, los obispos nos regalaran un texto sobre la vida de fe en España a los cincuenta años del Concilio Vaticano II. Son, por otra parte, muchas las diócesis españolas que ya preparan programas de actividades, que abarcan desde misiones generales a ciclos de conferencias de profundización en la afirmación cristiana, o incluso proyectos audiovisuales y cibernéticos.

Y no son menos las personas que se están preguntando si Benedicto XVI redactará un Credo del Pueblo de Dios, tal y como hiciera Pablo VI. Bien es cierto que el Papa puede, en su dimensión pedagógica, dedicar las catequesis de los miércoles a explicar el Credo. Junto con el Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica, una formulación expresa y expresiva, con el lenguaje teológico y mistíco, de esa sensibilidad exquisita del Papa, de la profesión de fe haría que el pueblo cristiano se sintiera confortado y alentado. Un Papa de lo esencial, como Benedicto XVI, nos ofrecería un Credo de lo esencial cristiano, siendo el Credo precisamente eso, lo esencial cristiano.

Las circunstancias en las que Pablo VI escribió su Profesión de fe estuvieron ligadas a una extendida crisis de fe y a un no menor proceso de expansión de la secularización interna en la Iglesia. La confusión y la turbación de los últimos años sesenta llevó al Papa a tomar conciencia de "la inquietud que agita en relación con la fe a ciertos ambientes modernos, los cuales no se sustraen a la influencia de un mundo en profunda mutación en que tantas cosas ciertas se impugnan o discuten" (n. 4). El 22 de febrero de 1967, en su Exhortación Apostólica "Petrum et Paulum Apostolos", Pablo VI invitó a los obispos a "recitar solemne y repetidamente, con vuestros sacerdotes y vuestros fieles, el Credo en una u otra de las fórmulas que están en uso en la Iglesia Católica".

No hace mucho tiempo, la editorial Encuentro ha reeditado, con un precioso prólogo del obispo de Lugo, monseñor Alfonso Carrasco Rouco, el libro "Yo creo", que nació en los años sesenta en Alemania y cuyos autores son destacados teólogos de esa época. El artículo "Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra" está firmado por Joseph Ratzinger. El teólogo Ratzinger ha escrito bellas páginas sobre la fe de la Iglesia, de los Apóstoles y del Pueblo cristiano. Páginas que alentarán, sin duda, una nueva esperanza en torno a la fe confesada y vivida por la Iglesia.

José Francisco Serrano Oceja

jfsoc@ono.com

 
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