Lecturas de hoy. Martes 30 de Abril de 2024

La fe no es un optimismo dulzón, es auténtica fuente de paz: es tomarse en serio las consecuencias de la Cruz del Señor.

La Capilla Mayor - Catedral de Santa María de Valencia
La Capilla Mayor - Catedral de Santa María de Valencia
  1. Primera lectura
  2. Salmo Responsorial
  3. Evangelio
  4. Comentario

Lecturas del Martes de la V Semana de Pascua

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (14,19-28):

EN aquellos días, llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y se ganaron a la gente; apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, dejándolo ya por muerto. Entonces lo rodearon los discípulos; él se levantó y volvió a la ciudad.
Al día siguiente, salió con Bernabé para Derbe. Después de predicar el Evangelio en aquella ciudad y de ganar bastantes discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquia, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios.
En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquia, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. Se quedaron allí bastante tiempo con los discípulos.


Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Sal 144,10-11.12-13ab.21

R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. 

R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

 

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. 

R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás. 

R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado

Lectura del santo evangelio según san Juan (14,27-31a):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.
Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mi, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo yo».

Palabra del Señor

Comentario

Todos los días, en la Santa Misa, escuchamos estas palabras que el sacerdote le dirige directamente a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, que en ese momento ya se ha hecho presente en la Hostia Consagrada: “Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles, la paz os dejo, mi paz os doy, no tengas en cuenta nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia”.

Esas palabras, con las que estamos tan familiarizados, nos pueden ayudar a profundizar en el sentido de lo que el Señor quiere transmitirle a sus apóstoles, y con ellos, también a nosotros.

Jesús quiere ayudarnos a entender que la fe es una profunda fuente de paz. Pero también quiere dejarnos claro que la fe no es pensar que todo va a salir bien: de hecho, pocas horas después el Señor estará colgado del madero de la Cruz.

Jesús lo que quiere es que confiemos en que Él es “la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” (Juan 1, 9). Pero creer en la luz implica asumir la existencia de la oscuridad. Por eso, la fe no es pensar que todo es color de rosa, no es un optimismo dulzón: es tomarse en serio las consecuencias de la Cruz del Señor y no perder de vista que ahí está la respuesta a todas nuestras preguntas y perplejidades.

Por eso, cuando escuchamos esas palabras de la Santa Misa, podemos aprovechar para preguntarnos: ¿cómo es mi fe, esa fe que le pido al Señor que mire en lugar de mis pecados? Afortunadamente, no es una petición individual: le pedimos al Señor que mire la fe de su Iglesia. Y la fe de la Iglesia se nutre fundamentalmente de la Eucaristía, de los sacramentos, de la oración personal y comunitaria.

El Señor se dirigió a los apóstoles con estas palabras: “Os lo he dicho ahora antes de que suceda, para que cuando ocurra creáis”. A nosotros nos pide fe en algo que ya ocurrió, pero que sigue iluminando todas las realidades humanas con la misma fuerza del primer día.

Por eso, cuando nuestra fe flaquee y en consecuencia nos falte la paz, podemos acudir a María, Maestra de fe y Reina de la Paz, para que recordemos que Cristo no nos quiere dar algo que pertenece a este mundo: nos quiere hacer partícipes del amor con el que se aman las Personas de la Santísima Trinidad.

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