Lecturas de hoy. Jueves 22 de febrero de 2024

El evangelio pone de relieve la autoridad del obispo de Roma como sucesor de Pedro y roca de la Iglesia: confirma al pueblo de Dios en la fe

Lecturas de hoy
Lecturas de hoy
  1. Primera lectura
  2. Salmo Responsorial
  3. Versículo antes del Evangelio
  4. Evangelio
  5. Comentario

Lecturas del Jueves de la 1ª semana de Cuaresma  

Primera lectura

Lectura del libro de Ester (14,1.3-5.12-14):

EN aquellos días, la reina Ester, presa de un temor mortal, se refugió en el Señor.
Y se postró en tierra con sus doncellas desde la mañana a la tarde, diciendo:
«¡Bendito seas, Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob! Ven en mi ayuda, que estoy sola y no tengo otro socorro fuera de ti, Señor, porque me acecha un gran peligro.
Yo he escuchado en los libros de mis antepasados, Señor, que tú libras siempre a los que cumplen tu voluntad. Ahora, Señor, Dios mío, ayúdame, que estoy sola y no tengo a nadie fuera de ti. Ahora, ven en mi ayuda, pues estoy huérfana, y pon en mis labios una palabra oportuna delante del león, y hazme grata a sus ojos. Cambia su corazón para que aborrezca al que nos ataca, para su ruina y la de cuantos están de acuerdo con él.
Líbranos de la mano de nuestros enemigos, cambia nuestro luto en gozo y nuestros sufrimientos en salvación».

Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Sal 137,1-2a.2bc.3.7c-8

R/.
 Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor

V/. Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. 

R/. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor

V/. Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. 

R/. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor

V/. Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. 

R/. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor

Versículo antes del Evangelio

Oh, Dios, crea en mi un corazón puro; y devuélveme la alegríade tu salvación

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,7-12):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas».

Palabra del Señor

 

Comentario

Cada obispo ejerce su ministerio en toda su diócesis, en cuya catedral se sienta en la Cátedra, como quien preside en el lugar de Dios Padre. La fiesta de la cátedra de san Pedro conmemora el hecho de que Jesucristo hizo de Simón y de sus sucesores en Roma la roca sobre la cual edificó su Iglesia. Mateo cuenta que mientras los discípulos no entendían el sentido de los milagros ni quién era Jesús, tuvo lugar la confesión de Pedro y la promesa del primado (cf. Mt 16,8-20).

Jesucristo estaba en camino hacia Cesarea de Filipo cuando preguntó a sus discípulos sobre su propia identidad. Se designó entonces a sí mismo como “Hijo del hombre”: una expresión que deja entrever un origen divino unido a un rostro humano (cf. Dn 7,10-14); a la vez, evoca al Siervo doliente (cf. Mt 20,28). De alguna manera Jesús lleva a sus discípulos a descubrir quién es, preguntando qué dice la gente, y después qué piensan ellos. Pedro responde: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. El libro de Samuel anunciaba a un descendiente de David a quién Dios trataría como a su hijo (cf. 2 S 7,14). David prometía construir un templo para Dios. Jesús anuncia otro templo, la Iglesia: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan, porque no te ha revelado eso ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.”

Juan significa en arameo “Dios hace misericordia”: Jesús subraya que el acto de fe de Pedro es un don. Eres, Simón, ¡hijo de la misericordia! “Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. El Señor había dicho al pescador de Galilea que se llamaría Cefas, “Piedra” (Jn1,42).

Jesús hace otra promesa a Pedro: “Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que ates sobre la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desates sobre la tierra quedará desatado en los cielos.” El profeta Isaías había anunciado que se pondría la llave de la casa de David sobre los hombros del mayordomo del palacio real: como representante del rey, abría y cerraba cada día la vida administrativa del pueblo (cf. Is 22,22). Jesús abre las puertas del Cielo; como nuevo David, tiene “la llave de David” (Ap 3,7).

Después del primado de Pedro, Mateo cuenta cómo escribas y fariseos cerraban a los hombres las puertas del Cielo (cf. Mt 23,13).El Señor da a Pedro y a sus sucesores el poder de perdonar o no los pecados. El día de la resurrección, en un atardecer de paz y de alegría, Jesús soplará sobre sus discípulos: instituye el sacramento de la Penitencia (cf. Jn 20,22-23).

La promesa tiene lugar en el confín con el mundo pagano, interpelado por la universalidad de la Iglesia. El Nuevo Testamento muestra cómo, con el paso del tiempo, se desarrolla la comprensión del ministerio petrino. Desde Roma, capital del imperio y lugar del martirio de Pedro, el Espíritu Santo impulsa la evangelización de las naciones.

En la basílica de San Pedro en Roma, el entonces papa Benedicto XVI dijo que “la gran cátedra de bronce contiene un sitial de madera del siglo IX, que por mucho tiempo se consideró la cátedra del apóstol Pedro.[…] Expresa la presencia permanente del Apóstol en el magisterio de sus sucesores”. En los Papas, los cristianos encuentran la verdad de su fe: “Yo he pedido por ti, para que tu fe no desfallezca; y tú, cuando te conviertas, confirma a tus hermanos” (Lc 22,32).

El obispo de Roma es “como sucesor de Pedro, el principio y fundamento permanentes y visibles de la unidad” de la Iglesia. Goza de la infalibilidad en cuanto a la fe y las costumbres Lo llamamos “Papa”, palabra griega que designa al padre. Con cariño filial, san Josemaría enseñó a rezar mucho por el Papa, cuya paternidad participa de la de Dios.

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