Lecturas de hoy. Domingo 28 de enero de 2024

El Señor acompañaba su predicación con la fuerza de su ejemplo y la potestad de expulsar demonios. Como a los apóstoles, también a nosotros nos llama Cristo a anunciar con coherencia el evangelio que libera a todos.

Lecturas de hoy
Lecturas de hoy

Primera lectura

Lectura del Deuteronomio (18,15-20):

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Un profeta, de entre los tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea: "No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir." El Señor me respondió: "Tienen razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá”.»

Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Sal 94,1.2.6-7.8-9

R/.
 Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón»

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón»

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. 

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón»

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» 

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón»

Segunda lectura

Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios (7,32-35):

Quiero que os ahorréis preocupaciones: el soltero se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. Lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido. Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.

Palabra de Dios

Aleluya

Aleluya

El pueblo que habitaba en tinieblas vió una luz grande; a los que habitaban en la tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.

 

Aleluya

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,21-28):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él.»
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

Palabra del Señor

Comentario

Según la tradición cristiana, Marcos fue el discípulo que puso por escrito los recuerdos de Pedro sobre la vida de Jesús. En el evangelio de hoy se inicia el relato de una jornada entera del Señor. Aquel día pudo quedar especialmente grabado en la memoria de Pedro, porque transcurrió en el entorno de su propio hogar.

Según los hallazgos arqueológicos realizados en la zona, la sinagoga de Cafarnaún quedaría bastante cerca del lugar en el que se emplaza un antiquísimo culto cristiano en la antigua casa de Pedro. Es fácil imaginar la emoción del apóstol por albergar en su propia morada al Maestro, dándole cobijo, alimento y descanso.

Como todos los habitantes piadosos del lugar, el sábado por la mañana el Señor llegó junto con sus discípulos a la concurrida sinagoga. Pronto comenzó a enseñar a los presentes, quienes escuchaban admirados la predicación del nazareno. No era como la que solían escuchar a los fariseos. Aquel hombre hablaba con mucha autoridad, de forma novedosa y sorprendente.

Los oyentes de Jesús se fijarían mucho en su porte externo, sus ademanes y gestos, su manera de reaccionar espontáneamente ante los mismos sucesos que ellos vivían. Y esa forma de predicar con la propia presencia y actitud, la veían después reflejada en sus discursos.

Este hecho llamó siempre la atención de san Josemaría. Al buscar una biografía sintética de la vida de Jesús, encontró, entre otras, la que se refiere al ejemplo que daba Jesús con su actuación, otorgando autoridad a su predicación: “Coepit facere et docere —comenzó Jesús a hacer y luego a enseñar: tú y yo hemos de dar el testimonio del ejemplo, porque no podemos llevar una doble vida: no podemos enseñar lo que no practicamos. En otras palabras, hemos de enseñar lo que, por lo menos, luchamos por practicar”.

Por eso, como explicaba san Gregorio Magno, “la manera de enseñar algo con autoridad es practicarlo antes de enseñarlo, ya que la enseñanza pierde toda garantía cuando la conciencia contradice las palabras”. En cambio, fray ejemplo es siempre el mejor predicador.

Junto a la coherencia de vida, Jesús acompañaba su predicación con una potestad que dejaba admirados a sus contemporáneos: la de expulsar espíritus inmundos. Estos demonios se dirigían a Él con descaro y cierto conocimiento de su identidad y misión, sobre las cuales, revelaban a los presentes algunas cosas sin pudor y antes de tiempo. Pero a su vez, mostraban un temor obediente ante las órdenes de Jesús.

Luego los apóstoles serían enviados a predicar y a expulsar demonios en nombre de Jesús. También los cristianos estamos llamados a colaborar con el Maestro en la tarea de la evangelización, disipando la acción de los enemigos de las almas. Lo haremos precisamente anunciando el evangelio con coherencia de vida.

El Papa Francisco explicaba esta llamada apostólica así: “El Evangelio es palabra de vida: no oprime a las personas, al contrario, libera a quienes son esclavos de muchos espíritus malignos de este mundo: el espíritu de la vanidad, el apego al dinero, el orgullo, la sensualidad... El Evangelio cambia el corazón, cambia la vida, transforma las inclinaciones al mal en propósitos de bien. El Evangelio es capaz de cambiar a las personas. Por lo tanto, es tarea de los cristianos difundir por doquier la fuerza redentora, convirtiéndose en misioneros y heraldos de la Palabra de Dios”.

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