La Santa Sede celebra el final del Año Paulino como un paso adelante por la unidad de los cristianos

Un "nuevo estímulo para la Evangelización" y una nueva "exigencia" de las Iglesias Ortodoxas y otras muchas comunidades Cristianas por la recomposición de la unidad de los cristianos". Es el balance del cardenal Andrea Cordero Lanza di Montezemolo, arcipreste de la basílica papal de San Pablo Extramuros, en la clausura hoy del Año Paulino.

Con ese motivo, recordó Montezemolo, "el Santo Padre ha enviado siete delegaciones pontificias, presididas por un cardenal, a los siete lugares particularmente ligados con el apóstol: Tierra Santa, Damasco, Tarso, Chipre, Atenas, Malta y Líbano".

El cardenal recordó que el Año Paulino nació como un "año temático", con dos motivos fundamentales: "dar a conocer mejor y meditar el riquísimo mensaje del Apóstol de las Gentes en sus escritos que, a menudo son difíciles y poco conocidos o interpretados mal" y "desarrollar varios programas de dimensión ecuménica, o sea poner en marcha cada vez más con las Comunidades Cristianas no católicas todos los eventos de oración, estudio y cultura que se pueden llevar a cabo juntos mejor que solos".

Montezemolo recordó que a lo largo del Año Paulino, inaugurado por el Papa el 28 de junio de 2008, la basílica ha acogido decenas de miles de peregrinos. "Baste pensar que sólo en la jornada del 1 de mayo se registró una afluencia de 18.000 personas y estas últimas semanas han venido más de diez mil cada día".

 

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