Calificó la reproducción asistida de “aquelarre químico de laboratorio”

El Instituto Pontificio de la Familia respalda al obispo de Córdoba: “Un hijo es un don, no un producto”

El vicepresidente José Granados recuerda que la Iglesia no puede aceptar la fecundación in vitro porque manipula la vida humana naciente

El obispo de Córdoba en su reunión con el Nuncio Apostólico en Bruselas.
El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández.

Más de 800 personas han denunciado, a través de la plataforma change.org, al obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, por calificar la fecundación in vitro como de “aquelarre químico de laboratorio”. Para los no creyentes, estas palabras atentan contra sus derechos.

Por su parte, un buen número de creyentes no entienden por qué la Iglesia católica no permite la fecundación artificial, fundamentalmente si el esperma y el óvulo pertenecen a los mismos padres.

La Iglesia Católica recuerda que las técnicas que actúan sobre la reproducción humana implican una manipulación indebida de la vida humana naciente. La instrucción Donum Vitae sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación, señala que en la reproducción artificial, la persona del hijo es tratada como un mero producto, que se aplican términos como "sobrante" "congelada" o "transferida" y que además, someten al embrión a controles de calidad. Se toma a la persona como un objeto de producción o experimentación.

El padre José Granados, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe y vicepresidente del Instituto Juan Pablo II para la Familia en Roma, explica a Religión Confidencial que “el hijo no es una posesión de los padres, sino un don recibido. Todo hijo viene de un amor más grande que abraza a los esposos y los lleva más allá de sí mismos. Por eso, no se le puede considerar nunca totalmente dependiente de ellos, como si debiera solo a ellos su existencia” explica.

José Granados, uno de los pocos sacerdotes españoles que participó en el Sínodo de obispos de la Familia, señala que la Iglesia entiende el profundo sufrimiento de las parejas que no pueden tener hijos. “Precisamente porque la fecundidad es tan importante en el amor, se entienden que las parejas que no han podido tener un hijo quieran recurrir a estas técnicas. Hay que respetar su dolor. Ahora bien, debemos explicarles que tales técnicas no curan la herida de la infertilidad”, afirma.

Fecundidad de las parejas infértiles

Granados recuerda que el cristiano está llamado a experimentar la unión y la confianza con Dios creador. “La nueva vida comienza en una esfera que trasciende a los padres, que nos supera. En la unión conyugal, los esposos entran en contacto con la Fuente del amor y la vida. Por esta razón, los padres no obtienen al hijo como el producto de una decisión, sino que lo acogen como el fruto de un amor que es más grande que ellos. Esta manera de recibir al hijo es la única que está de acuerdo con su dignidad personal, porque no lo hace totalmente dependiente de sus padres, como si ellos lo hubieran creado”.

El consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe explica que la fecundación in vitro, por el contrario, introduce una lógica diferente en la generación del hijo. “Todo sucede como si el hijo viniera solo de la decisión de sus padres. Como consecuencia, la conexión entre el hijo y el Creador, no aparece presente en la acción paterna. Cuando el hijo viene del fruto de la unión conyugal, los padres son conscientes de la presencia divina en su amor y pueden confiar el futuro del hijo a la fuente de la que vino. Dios, que ha dado el fruto, se cuidará también de que crezca y madure”.

Por último, el padre Granados recuerda que las parejas infértiles “tienen que convencerse que pueden ser fecundos de forma diferente, porque el amor de Dios mismo, sostiene su relación”. Estas parejas pueden ser fecundas en diversas formas como por ejemplo, la manera de ejercer la hospitalidad, una misión de apoyo social, su trabajo mismo en la sociedad o la adopción de hijos.

Francisco: “Es un pecado contra el Creador”

Por su parte, el Papa Francisco también se ha pronunciado públicamente al respecto. En un encuentro con profesionales de la Asociación de Médicos Católicos italianos, mostró su rechazo a la fecundación in vitro y al estudio con células madre, al considerar que es “jugar con la vida” y un “pecado contra Dios, el creador”. "Estamos en un tiempo en el que se hacen experimentos con la vida, se hacen hijos en lugar de acogerlos como don de Dios”, comentó el Sumo Pontífice.

 

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