Afirma que el deseo de comodidad ha sustituido a las convicciones

El arzobispo de Filadelfia, en su libro ‘Extranjeros en tierra extraña’, explica cómo vivir como católicos en un mundo poscristiano

Charles Chaput: “Quienes sostenían una visión clásica de la familia han pasado de ser un pilar de las creencias a considerarles racistas intolerables”

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Portada del libro.

El último libro del arzobispo de Filadelfia, Charles J. Chaput, franciscano de raíces indias, ‘Extranjeros en tierra extraña. Vivir como católicos en un mundo poscristiano’ (Editorial Palabra), describe el origen de las raíces culturales de Occidente, haciendo un profundo análisis político, sociológico y cultural de nuestra sociedad.

Una de las razones por las que monseñor Chaput ha escrito este libro, fue la decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos de acordar que los estados debían reconocer los matrimonios entre personas del mismo sexo, “echando por tierra la concepción tradicional del matrimonio en nuestro país”, señala en el libro.

Con esta decisión, el arzobispo afirma que los efectos “fueron mucho más allá, porque cambió el significado de la familia, desterrando la necesidad de que hubiera una relación natural -esposo y esposa, padre y madre- en el centro de esta institución”.

Esta medida es solo una de tantas que están creando “un mar de cambios en la vida pública (…) En solo veinte años, las personas que sostenían una visión clásica de la sexualidad, el matrimonio y la familia, han pasado de ser un pilar de las creencias comunes, a ser considerados unos racistas intolerantes por los medios de comunicación”, subraya el arzobispo de Filadelfia.

Ansia de comodidad

Monseñor Chaput considera que el mundo desarrollado y poscristiano no se basa en las creencias, sino en el pragmatismo y el deseo. “En efecto, para demasiadas personas, el ansia de comodidad y seguridad, han sustituido a las convicciones”.

También denuncia que “nos encontramos en una cultura de consumidores autoabsorbidos que generan ruido y distracciones para controlar la falta de un significado compartido. El producto de todo eso, es un corazón drogado, tan incapaz de ansiar a Dios como de amar y empatizar con los demás”.

Una nación desesperada

El prelado expone algunos aspectos de la cultura actual, y en concreto de la nación norteamericana que, en su opinión, es una nación desesperada en lucha con los problemas reales.

En vez de ayudar a los pobres, nos vamos de compras. En lugar de pasar tiempo de calidad con familiares y amigos, miramos vídeos en Internet. Nos entrampamos en una red de narcóticos, desde la diversión hasta los gurús de la autoayuda o los medicamentos”.   

Para el arzobispo “la desesperación y la arrogancia, ambas evasiones de Dios, son parientes, peculiares y discretos, de esa religión secularizada que llamamos progreso, un cristianismo sin Cristo”.

Reparar mi Iglesia

El capítulo titulado “Reparar mi Iglesia”, identifica las dificultades a las que se enfrenta la sociedad: El culto al individualismo, el institucionalismo y el clericalismo”. Sobre el clericalismo dentro de la Iglesia, advierte del papel excesivo de los dirigentes consagrados, en detrimento de los laicos.

 

“Si el cura es el responsable de todo, y además tiene un acceso único reservado a lo sagrado, entonces también se le puede culpar por cada cosa que ocurra, y los demás se liberan de sus obligaciones como discípulos”, señala.

El libro analiza la sociedad occidental contemporánea en distintos capítulos. El segundo repasa la América que “creíamos conocer”. Desde el capítulo 3 hasta el 7 se resume el estado actual de la cuestión: “dónde estamos y cómo hemos llegado hasta aquí”. Entre el 8 al 12 se muestran las razones para la esperanza y el modo de vivir como cristianos. 



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