José Tola, de la Comisión Pontificia para América Latina: "Todavía no ha llegado el tiempo de un Papa hispanoamericano, pero allí necesitan el apoyo del nuevo Pontífice"

Religión Confidencial ha entrevistado al padre José Tola, oficial del Pontificio Consejo para América Latina, acerca del porvenir y las expectativas de la Iglesia que peregrina en Hispanoamérica ante un momento importante como el actual. Un sacerdote peruano con conocimiento de ambas realidades, tanto la de Roma como la de su área de origen, que proclama sin miedo la madurez de la región más católica del mundo, aunque reconoce que quizá no ha llegado el momento de un Papa curtido allí.

La Pontificia Comisión para América Latina, un órgano de la Curia dependiente de la Congregación de Obispos, fue instituida el 21 de abril de 1958 por el papa Pío XII con el fin de estudiar los problemas de la vida católica, de la defensa de la fe y de la difusión de la doctrina por América Latina. Unos de sus oficiales, el padre José Tola, ha reflexionado sobre los temas que la Iglesia tiene por delante en el Nuevo Mundo y sobre la relación con el Papado.

-¿Tendrá que mirar el próximo Papa hacia Latinoamérica de un modo especial?

"Espero que sea así. Juan Pablo II la puso en el centro de la Iglesia con sus viajes y su afecto por esta tierra. Benedicto XVI ha demostrado un conocimiento muy profundo de lo que ocurre allí, pese a que su estado físico no le ha permitido desplazarse demasiado: únicamente, Brasil, Cuba y México. Pero conoce sus problemas, riesgos, anhelos y esperanzas.

El nuevo sucesor de Pedro debería continuar y ampliar esa senda, seguir dando interés y peso a un área eclesialmente muy relevante. En primer lugar, por la demografía; más de la mitad de los católicos serán hispanoamericanos en 2030. Además, se trata de una Iglesia madura, tras más de 500 años de recorrido y de fe. Quizá sin tanto vuelo intelectual como la europea, pero suministradora de misioneros a todo el mundo.

Necesita apoyo, fundamentalmente del Papa. La preocupación de la Comisión pasa por hacerle presente allí, sobre todo cuando físicamente no puede acudir, tanto en su palabra como en su obra a través de diversos proyectos".

-¿Beneficiaría a la región y a la Iglesia local que se eligiese un Pontífice nacido allí?

"Para ello, debemos mirar a los cardenales. No estoy seguro de si sería bueno ahora mismo, no es necesario para que el Papa tenga en cuenta a la región. Personalmente, creo que todavía no ha llegado el momento. Basta una visión lúcida de Latinoamérica en relación con el mundo.

-¿Existe un perfil de cardenal latinoamericano?

Conlleva una marca, una idiosincrasia. No tanto del cardenal en sí, sino de un carácter típicamente hispanoamericano que reúne una sensibilidad religiosa muy profunda, un gran amor por el Santo Padre y una cercanía al pueblo (derivada de que casi todos provienen de una experiencia pastoral).

 

-¿Qué puede enseñar Latinoamérica a los católicos del mundo?

"Por contraposición, aquello que proclama Cristo en el Evangelio del primer domingo de Cuaresma: 'No solo de pan vive el hombre'. La Teología de la Liberación introdujo el marxismo en la Iglesia. Aunque disminuye, muta con el tiempo, pero las respuestas políticas y sociales no acaban de llenar el corazón humano.

Allí existe una experiencia permanente de contacto con la pobreza y el sufrimiento; sin embargo, detrás de lo material, el Espíritu penetra. Pervive una conciencia no siempre explícita de que Dios vive y está presente, un contacto con el Misterio".

-¿Qué retos y desafíos afronta el catolicismo hispanoamericano?

"Similares a Europa y propios de lugares con un antiguo catolicismo. Fundamentalmente, tres:

Primero, la evangelización de la juventud. Muchos viven sin que nadie les hable de la fe. Ya la no transmiten las familias como antes. Se precisa una nueva manera de llegar a su corazón. Los nuevos movimientos pueden servir como instrumento, en cierto modo".

Segundo, la educación en escuelas y universidades. Paulatinamente, se ha perdido presencia en estos ámbitos, tanto en cuanto a lo privado como a lo público. Tenemos como ejemplo en Perú a la PUCP (Pontificia Universidad Católica del Perú), que ha perdido el título de tal por oponerse a directrices vaticanas. Las universidades católicas no se comportan como tales, en bastantes casos.

Tercero, la defensa de la vida. Las agendas externas, venidas de fuera, han cambiado con fuertes lobbys de presión algo no tan aceptado por los hispanoamericanos: el aborto, las uniones homosexuales, la anticoncepción. Se han cometido abusos en nombre de la libertad y muchos políticos han demostrado ignorancia y poca formación".

-En cuanto al día de formación de la OMP en sí, ¿qué frutos generan jornadas como la que se plantea para voluntarios y empleados?

Sobre todo, personal. Apuntar a que lo que tomen de aquí redunde, a futuro, en un entusiasmo mayor por la misión. Florece la Iglesia donde germinan los santos. De hecho, cada vez participa un número mayor. Por otro lado, la institución eclesial ha de coordinar reuniones como estas para construir un trabajo misionero concreto: tiene problemas pero vive.

-¿Afecta el paradigma cultural e ideológico de Europa a los misioneros que ejercen su labor en Hispanoamérica?

En los últimos 50 años, se han producido cambios radicales en la Iglesia. Dicen que también el Papa lo ha visto así. Un cambio de era motivado por las nuevas tecnologías quizá dé paso a un nuevo estilo en el catolicismo, caracterizado por un esfuerzo mayor por comprender el mundo y a sí mismo. La forma de misionar se transforma: la interconexión y la rapidez en el intercambio de información condicionan.

Hay que diferenciar entre dos tipos de evangelización: la nueva, dirigida a los que han oído hablar toda la vida sobre Dios pero se les ha olvidado, y la misión ad gentes, enfocada a los que no tienen ninguna referencia cristiana.

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