Contexto de la reforma de la Curia

En la Iglesia hasta hoy solo ha habido cuatro constituciones sobre la Curia. Una gran expectativa ha creado el anuncio del papa Francisco, quien dijo que no le gusta una Curia ‘vaticano-céntrica’, sino que esté al servicio de las iglesias particulares o diócesis distribuidas por todo el mundo. A tal fin, creó el 13 de marzo de 2013, un mes después de su elección, una comisión de ocho cardenales –que se le llama popularmente la comisión G8 y también ‘Consejo del Reino’– residentes en los cinco continentes, con el objetivo de aconsejarle en los asuntos que considere el papa Francisco pertinentes, de que estudiaran la reforma de la Curia de Roma o gobierno de la Iglesia universal y finalmente de que le informaran al Papa del sentir de la Iglesia en cada uno de los continentes, actuando así como un órgano colegial que se dirige al Papa directamente sin el trámite de la Curia. Después del verano la Comisión G8 fue convertida en un órgano consultor ‘permanente’ del Papa, y es el primer organismo que está fuera y por encima de la Curia romana, cuyos miembros viven en los cinco continentes.

El papa Francisco, que busca la eficacia en hechos por encima de las palabras, ha trazado ya las claves de la reforma de la Curia. No ignora el Papa argentino que toda burocracia tiende a retroalimentarse, a endogamizarse y a perpetuarse, y a la larga el organismo que debería ser de servicio pasa a ser un centro de poder centralizado.

Las constituciones apostólicas de Pablo VI y de Juan Pablo II dieron a la Secretaría de Estado un papel central dentro de la estructura de gobierno de la Iglesia y el secretario de Estado venía a ser una especie de presidente del Gobierno de la Iglesia, al igual que los prefectos de las congregaciones equivalían a los ministros en el ámbito civil. Esto va a desaparecer. Cuando Mons. Pietro Parolin haya tomado posesión de su cargo de secretario de Estado, tras sufrir una intervención que le ha llevado apartado unas semanas del trabajo, la Secretaría de Estado no será un órgano de poder dentro de la Curia y se llamará Secretaría Papal, según ha declarado el secretario de la Comisión G8, Marcello Semeraro. Ya Pablo VI le llamó en su constitución «Secretaría de Estado o Papal». Añade Semeraro que el nombre de «Estado» tiene «una connotación política» y «se trata de dar más relieve a la dimensión eclesial en su papel de apoyo a las funciones del Papa». Además, será un órgano más dedicado a la diplomacia –Parolin pertenece al cuerpo diplomático de la Santa Sede y hasta ahora era nuncio en Venezuela–, es decir a las relaciones con los estados y los organismos internacionales (la Santa Sede tiene relaciones diplomáticas con 179 países).

 

 


 

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