Claves de su personalidad que marcaron la pastoral

Así recuerdan eclesiásticos de Orense el paso de Carlos Osoro por la diócesis gallega

Durante cinco años, de 1997 a 2002, Carlos Osoro ejerció el ministerio episcopal en Orense. Fue su primer destino como obispo. Luego vendría Oviedo, Valencia y Madrid.

Carlos Osoro, Arzobispo diocesano de Madrid.
Carlos Osoro, Arzobispo diocesano de Madrid.

Fuentes diocesanas a las que ha tenido acceso Religión Confidencial señalan los rasgos de la personalidad de Carlos Osoro que ya entonces marcaron su paso por la provincia gallega.

-- Cercano y activo. En declaraciones para Religión Confidencial, desde su entorno recuerdan que “don Carlos, desde el primer momento, fue un hombre muy cercano y querido, y también muy activo. Puso en marcha muchas nuevas iniciativas como, por ejemplo, una carta mensual que iba dirigida a los niños de la diócesis. También desarrolló varias actividades pensadas para los jóvenes. Se notaba que era un hombre al que le gustaba la vitalidad de la gente. Esta era una de las señas de identidad de su ministerio y tuvo la consecuencia positiva de generar mayor participación en las actividades de la diócesis”.

-- Disponibilidad de su tiempo. Esta es otra característica del carácter de Osoro que llamó la atención durante aquellos años en Orense. “Por la tardes, si alguien de la diócesis tenía que contarle alguna cosa, algún problema o preocupación, él dedicaba todo el tiempo que hiciera falta a esa persona. Al mediodía, venía una mujer a prepararle la comida. Luego, a la hora de la cena, ya no venía nadie. Don Carlos aprovechaba para dedicar ese tiempo a los demás. No pocas veces invitaba a comer o a cenar a personas de la diócesis que lo estaban pasando económicamente mal”.

-- Capacidad de estar presente. La capacidad de establecer y mantener relaciones personales del actual arzobispo de Madrid se manifestó en diversos frentes sociales. “Era un hombre atento y sin prejuicios. Supo estar con todos: con las familias de gente normal de la diócesis, con personas del mundo político y de las comunidades religiosas; todas estas comunidades recibieron su visita. En los momentos difíciles de la vida de Orense, cuando hubo algún accidente grave en el que fallecieron varias personas, don Carlos supo que tenía que estar allí desde el primer momento, con las víctimas, y esto es algo que la gente le agradeció mucho”.

-- Buenas relaciones con el mundo político e intelectual. “Quizás, en algunos casos, se trataba de gente que en su vida personal no eran especialmente cercanos a la Iglesia, pero luego, tras hablar y conocer a don Carlos, no dudaron en colaborar con él en diversos proyectos de la diócesis. Don Carlos mantuvo una buena relación en el pintor Xaime Quessada y como los hermanos Buciños, una familia de artistas y escultores. De hecho, las cartas que enviaba a los niños iba acompañadas de las ilustraciones hechas por estos pintores. Con Manuel Fraga, que por entonces era el Presidente de la Xunta, la relación fue muy buena, así como con el presidente de la diputación de Orense y con el alcalde de la ciudad”.

 

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