El escultor de la efigie de Juan Pablo II a tamaño natural en Granada explica las claves de la obra: “una obligada búsqueda del parecido físico unido a lo emotivo y espiritual”

El nuevo edificio que ha inaugurado el Arzobispado de Granada tiene 20.000 metros cuadrados y una escultura a tamaño natural de Juan Pablo II que será instalada en una parroquia perteneciente al obispado. Se trata de una escultura a tamaño natural, de 2,15 metros de altura hecha en bronce. La parroquia estará dedicada a Juan Pablo II que visitó la Diócesis de Granada en el año 1985 y presidió una Eucaristía muy cerca de donde se encuentra el Centro del Arzobispado.

Resulta interesante la efigie por ser a tamaño natural, y estar realizada en bronce. El artífice y escultor de la obra, Ramiro Megías ha detallado claves de esta original obra a Religión Confidencial.

El encargo de este importante símbolo asegura que viene dado por el azar pero también por la tendencia del autor a realizar esculturas donde el movimiento es un elemento fundamental en la composición.

Megías ha asegurado que esta obra ha sido singular ya que es la primera que realiza con carácter netamente religioso, "esa condición suponía más que un reto en lo formal, una búsqueda en lo emotivo, y en el diseño conforme a los cánones de la indumentaria, me sentía muy seguro de cual sería resultado final.

Por otro lado no podía abstraerme del hecho de que esa obra sería vista por personas que buscarían en ella algo más allá de la vertiente puramente estética y tendrían una aproximación emotiva.

Material de la escultura

La escultura está realizada en bronce patinado, "pero fué creada en sus formas mediante el modelado en barro. Tiene una factura intencionadamente figurativa en cuanto al realismo en el retrato y en la vestimenta, dejando para la composición en el movimiento el rasgo diferenciador más destacado respecto de otras versiones del mismo tema".

En un encuentro que tuvo con el Arzobispo de Granada, hablaron de la transcendencia de la figura de Juan Pablo II, de su condición humana, de su carácter y de los rasgos más característicos. Hubo tiempo para anécdotas, una es el encuentro del Arzobispo y Juan Pablo II, se conocieron personalmente y recibió el anillo de sus manos.

"Cuando terminamos aquel café en casa, ya teníamos una idea bastante exacta de cómo sería la obra y que debería reflejar la actividad febril de aquel hombre, el movimiento, sobre todo el movimiento. Poco a poco se fue perfilando una figura que andaba, y la presencia del viento, ese "Viento Divino" que se convirtió en la idea-fuerza entorno a la que compondría la obra".

 

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