Amato, Fratini y una veintena de obispos participarán en la beatificación del sacerdote Josep Samsó el sábado en Mataró

Desde el siglo XII no se celebra una beatificación en Cataluña. De acuerdo con las disposiciones de Benedicto XVI, este sábado se romperá esa larga etapa con la beatificación del sacerdote Josep Samsó (1887-1936) en Mataró. La ceremonia estará presidida por el cardenal arzobispo de Barcelona, Martínez Sistach y se espera la participación de una veintena de obispos, el nuncio del Papa en España, monseñor Renzo Fratini y el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Angelo Amato, que será el encargado de pronunciar la fórmula de beatificación.

La ceremonia se iniciará con el Rito de Beatificación en el que cardenal arzobispo de Barcelona pedirá al postulador de la causa que proceda a la beatificación del sacerdote Samsó. A continuación, el representante del Papa, monseñor Angelo Amato, dará lugar a la lectura de la Carta Apostólica por la que el Sumo Pontífice inscribió en el Libro de los Beatos al sacerdote catalán, y confirmará esa fecha como la de la fiesta del Beato Samsó. La beatificación tendrá lugar a las once y media de la mañana en la Basílica de Santa Maria de Mataró, parroquia de la que Josep Samsó i Elias fue rector durante 17 años. En la ceremonia está previsto que participen una veintena de obispos de toda España y muchos de los sacerdotes de la diócesis.

En su última carta dominical, el cardenal Sistach relataba la los últimos meses de la vida del sacerdote Samsó: "El día 19 de julio de 1936, a las tres de la madrugada, unos policías registraron la rectoría de Santa María con la excusa de descubrir armas. El párroco Samsó les dijo que lo podían hacer, ya que él había defendido siempre a la Iglesia con todos los medios, pero nunca con las armas, ya que Jesucristo defendió a su Iglesia muriendo y no matando. En una ocasión, dijo a su madre: “Pido a Nuestro Señor que si me ha destinado al martirio que me dé las fuerzas para afrontarlo”.

Detenido la mañana del 30 de julio de 1936, cuando le pidieron identificarse, les dijo: “Soy yo a quien buscáis”. Conducido por hombres armados, fue llevado hasta la cárcel de Mataró. Allí permaneció un mes. El primero de setiembre, a las once de la mañana, los guardas lo llamaron. Él se despidió de sus compañeros de prisión con su “Dios sobretodo” y, con las manos atadas, fue trasladado al cementerio de Mataró.

Al llegar allí, pidió a sus ejecutores que respetaran a su madre y a su hermana. Le contestaron que nada les pasaría. Él les aseguró que los perdonaba como Jesús había hecho con los que le clavaron en la cruz. Cuando intentaron taparle los ojos, dijo con serenidad: “Yo no soy un criminal, quiero morir de cara a Mataró y a las Santas que tanto he amado”. Intentó abrazar a los miembros del pelotón de ejecución, cosa que logró con algunos, pero otros se negaron. Uno de los del pelotón le hizo callar con un “¡Basta, que acabará convenciéndonos!”

Samsó puso los brazos en cruz y dijo: “Ya podéis disparar”. Ya en el suelo, recibió el tiro de gracia".

 

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