La campaña contra Pío XII está destinada al fracaso

Mientras continúan los “cruces” de artículos sobre la actuación de Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial tras la visita de Benedicto XVI a la Sinagoga de Roma, el diario israelí Haaretz publicaba el domingo 24 de enero un artículo del escritor americano Dimitri Cavalli en defensa del pontífice italiano.

Pocos días antes, el filósofo francés de origen judío Bernard-Henri Lévy reconocía en un artículo aparecido en varios periódicos europeos que Benedicto XVI ha sido víctima, desde que fue elegido Papa, de un “juicio mediático” y de una “continua manipulación” de sus palabras y textos respecto a las relaciones con los judíos.

Cavalli, escritor y editor independiente, experto en Pío XII (actualmente prepara un libro sobre él) y cuyas columnas aparecen en diarios como el Wall Street Journal o el New York Times, asegura que “la campaña contra Pío XII está destinada al fracaso”.

“Sus detractores -dice- no tienen ninguna prueba para sostener su principal acusación: la de que guardó silencio, de que fue favorable al nazismo y la de que hizo poco o nada por ayudar a los judíos”.

En 1933, recuerda Cavalli, el entonces cardenal secretario de Estado Pacelli ordenó al nuncio apostólico en Alemania que viera lo que podía hacer “para contrarrestar las políticas antisemitas del nazismo”.

Además, los alemanes consideraron la famosa encíclica “Mit brennender Sorge” de Pío XI, cuyo borrador fue obra de Pacelli, “una amenaza a la seguridad”, hasta el punto de que cuando fue elegido papa, el ministro alemán de propaganda, Goebbels, escribió en su diario que el Führer consideró la idea de abolir el Concordato con la Santa Sede.

“Durante la guerra -insiste el articulista americano-, el Papa no se quedó en silencio: en numerosos discursos y encíclicas defendió los derechos humanos de todos”.

Cavalli también afirma que a lo largo de la guerra, “encargados del Papa ordenaron a menudo a los representantes diplomáticos vaticanos en zonas ocupadas por los nazis y en los países del Eje que interviniesen en nombre de los judíos en peligro”.

“Quizá sólo en un mundo al revés como el nuestro, el único hombre que, en el periodo bélico, hizo más que ningún otro líder por ayudar a los judíos y a otras víctimas del nazismo, recibe la condena más dura”, concluye Cavalli.

 

Por su parte, el cardenal Achille Silvestrini, que colaboró siendo un joven sacerdote en la secretaría de Estado de Pío XII, constata que “precisamente en el país -Holanda- en el que los sacerdotes denunciaron con mayor dureza las persecuciones judías, hubo más deportaciones que en cualquier otro Estado de Europa Occidental”.

“Frente a la Shoah, los aliados guardaron silencio y todos los demás, pero sólo se le piden cuentas a Pío XII. A los demás nunca se les pone en discusión”.

Por Alfonso Bailly-Bailliére

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