Monti, el deseado por la curia

Una vez más el gobierno italiano se tambalea. Tras la retirada de la confianza de Angelino Alfano ha acelerado la crisis en el gobierno de Monti, que con tan buenos ojos miraba el Vaticano y los obispos italianos.

El anuncio de la salida de Mario Monti del Quirinale, el anuncio de la próxima dimisión y sobre todo las posibles futuras elecciones hacen que el panorama político de Italia esté más caldeado que nunca, a pesar de las bajas temperaturas.

Se trata de una maniobra política extremadamente arriesgada y que sin duda tendrá graves consecuencias en el futuro del país, ya que deja abierta una pequeña brecha legal por la que il Cavaliere podría volver a presentarse como premier. Sin duda estos 13 meses bajo la tecnocracia de Monti, poco recuerdan los años de 'bunga bunga' de Berlusconi, marcados por los escándalos. Precisamente ha sido durante este año, en el que por primera vez se condenó a Silvio Berlusconi a cuatro años de prisión, por uno de sus innumerables delitos.

'Il professore', como llaman a Monti, encontró el patio revuelto y ha trabajado para ponerlo en orden. Más allá de unos presupuestos más estrictos –medidas siempre impopulares, pero necesarias – Mario Monti está, o estaba, intentando recuperar la credibilidad de Italia ante la Comunidad Internacional.

Algo que desde el Vaticano y la Cei, la Conferencia Episcopal Italiana, ven con buenos ojos. Un años más cercano a los valores cristianos y con ministros en el gobierno de la talla de Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio y Ministro de Cooperación internacional e integración. O Lorenzo Ornaghi, ministro de Bienes Culturales y rector de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán.

Las palabras de elogio para el ex rector de la Universidad Bocconi de Turín –unas de las más prestigiosas de Italia- no han faltado por parte del Vaticano, del Papa y sobre todo del Secretario de Estado Tarcisio Bertone. Muestra de ello es el encuentro inesperado que Monti tuvo con Benedicto XVI el pasado mes de agosto. La reunión duró casi una hora, cuando lo normal es que no se excedan los 30 minutos. Hablaron de la situación política y económica de Europa, el desempleo y la ayuda a los jóvenes. Un político que 'amenaza' con dejar el gobierno. Una amenaza no porque abandone el puesto, sino por los viejos fantasmas que pueden volver a resurgir... o a gobernar.

 

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