¿Por qué Marc Ouellet y no Pell para dirigir la Congregación de obispos?

Tras un período de incertidumbre se ha decidido finalmente quién va a suceder en su cargo al prefecto de la Congregación para los Obispos, el cardenal Giovanni Battista Re, que en enero de este año cumplió 76 años.

Según el vaticanista Andrea Tornielli, salvo sorpresas de última hora, el elegido para sustituir al purpurado italiano es el cardenal canadiense Marc Ouellet, religioso sulpiciano, de 66 años, arzobispo de Québec. Fue el relator general del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia, que se celebró en el Vaticano en octubre de 2008.

Ouellet, sacerdote desde 1968, obispo desde 2001, fue durante poco más de un año el secretario del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, antes de ser enviado en noviembre de 2002 por Juan Pablo II a Quebec, convirtiéndose así en el primado de Canadá. El cardenal habla seis idiomas, conoce la Curia y es un punto de referencia importante para la Iglesia canadiense.

El papel del jefe de la Congregación para los Obispos es fundamental, ya que colabora directamente con el Papa en la elección de los representantes de la Iglesia católica en el mundo, que serán los pastores durante los próximos 10-20 años.

El nombramiento del sucesor de Re ha costado más de lo que se pensaba en un primer momento. Desde hace unos meses se daba por supuesto que el Papa se había decantado por otro candidato, el cardenal George Pell, arzobispo de Sydney. El 30 de abril Pell fue recibido en audiencia por Benedicto XVI, que le comunicó su intención de nombrarle prefecto de los Obispos. Tras la audiencia, el purpurado australiano mantuvo una larga se entrevista con el cardenal Re. Sin embargo, de repente, las cosas cambiaron.

Parece ser que Pell manifestó sus reservas. Por un lado, la idea de dejar Australia no le convencía y por otro, pesaban las protestas públicas de una asociación de víctimas de pedofilia irlandesa que contestó la gestión del cardenal sobre antiguos casos de abusos.

La Santa Sede considera que el cardenal -muy apreciado por Ratzinger, que lo conoció como colaborador del ex Santo Oficio- no tiene ninguna responsabilidad en el caso de los abusos. De hecho fue absuelto hace unos años por el tribunal civil de unas falsas acusaciones. Sin embargo, debido a las campañas de medios de comunicación sobre escándalos, al final, con gran pesar, se ha decidido cambiar candidato para evitar exponer al nuevo prefecto a las polémicas antes de que comenzara su labor.

A pesar de todo, se ha mantenido, sin embargo, la decisión de que el próximo jefe de la mal llamada “fábrica” de obispos no fuese un italiano. Al final se ha apostado por un canadiense y no por un australiano.

Por Alfonso Bailly-Bailliére

 

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