Gesto especial de Ratzinger con uno de los cardenales con más futuro de la Iglesia

Que el Papa Benedicto XVI limita últimamente mucho sus apariciones públicas es algo conocido por todos. Por eso a primera vista llama mucho la atención que casi por sorpresa haya aceptado la invitación para participar este miércoles en la inaguración de la Domus Australia, residencia en Roma impulsada por los obispos australianos.

Pero ¿por qué el Papa ha aceptado la invitación? Porque el principal impulsador del proyecto es el arzobispo de Sídney, el cardenal George Pell. El Papa aprecia mucho al cardenal Pell, una gran persona, no sólo por su estatura, sino por su fidelidad a la Iglesia.y su curriculum que incluye un doctorado en filosofía por la Universidad de Oxford. Benedicto XVI lo conoce bien de cuando era miembro de la Congregación de la Doctrina de la Fe entre 1990 y 2000.

Pero las vidas de Pell y Ratzinger han coincidido en otros momentos. En junio de 2002 mientras Ratzinger era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Pell fue acusado de haber supuestamente abusado de un niño de 12 años en 1961. Pell que era en el momento de la acusación arzobispo de Melbourne, negó rotundamente las acusaciones y dimitió temporalmente hasta que la situación fuese aclarada. Un comportamiento ejemplar que sorprendió a muchos en la curia, pero no a Ratzinger. Más tarde una comisión independiente comprobó su inocencia y el entonces arzobispo volvió a ejercer su cargo.

En 2008 el cardenal Pell organizó la JMJ en Sydney. En esa ocasión fue el anfitrión de Benedicto XVI, que al volver de su viaje sólo tenía palabras de agradecimiento. El año pasado Benedicto XVI quiso que el cardenal Pell viniese a Roma a presidir la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, pero en ese momento su salud no se lo permitió.

El aprecio que Benedicto XVI tiene por el cardenal Pell ha hecho que al final el Papa haya decidido hacer esta vez una excepción y salir del Vaticano para inagurar la Domus Australia. La residencia que fue encargada por los obispos australianos al estudio del arquitecto español Santiago Hernández, ocupa una posición muy céntrica en Roma, cuenta con 32 habitaciones, una sala de conferencias, un restaurante y una capilla para 150 personas.

El objetivo principal de los obispos australianos era crear una residencia que acercase la Iglesia australiana a Roma favoreciendo peregrinaciones de australianos y ofreciendo incluso la Misa diaria en inglés. Además está abierta a todos los peregrinos del mundo a los que intentará mostrar un poco de la hospitalidad australiana, por ejemplo ofreciéndoles desayunos tipicos.

 

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