Próximamente se elegirá presidente y titulares de comisiones

La Plenaria de los obispos ha visualizado divisiones en el seno de la Conferencia Episcopal

Baja asistencia a la última Asamblea de la CEE, miembros que amenazan con no volver a asistir, votaciones de las que no se sabe el resultado...

Obispos españoles reuniones en Asamblea Plenaria en la sede de la Conferencia Episcopal.
Obispos españoles reuniones en Asamblea Plenaria en la sede de la Conferencia Episcopal.

La celebración de la última Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal española ha puesto en evidencia la profunda división en el episcopado español, que pasa por un difícil momento interno, y que se ha agudizado por una serie de acontecimientos recientes.

División a la que algunos analistas añaden desorientación.  Son varios los hechos acaecidos durante la pasada Plenaria que muestran un momento en el que el debate interno está condicionado por personalismos. Una situación inédita. 

Este clima se percibió en la baja asistencia y permanencia de los obispos durante la Plenaria. No sólo en la sesión inaugural, sino a lo largo de los días de trabajo, las ausencias se iban produciendo sin causa aparentemente justificada. También hay que destacar, entre otros momentos, la intervención de un obispo que insistió en que bastante trabajo y problemas tiene en su diócesis como para ir pasarlo mal a la Plenaria.

Hay quien apuntó que, como siguieran así las cosas, se replantearía asistir a todos los días de las reuniones episcopales, o al menos dejaría de votar, como forma de protesta.

La sombra del caso histórico de monseñor José Guerra Campos planea de nuevo, aunque ahora no por discrepancias en las ideas o interpretaciones sobre el Vaticano II sino por cuestiones personales que instrumentalizan a la Conferencia Episcopal y la convierten en un ámbito de luchas de poder. 

Uno de los momentos más delicados de la Plenaria se produjo cuando se anunció que el Comité Ejecutivo iba a nombrar una comisión de obispos para abordar la reforma de los Estatutos de la Conferencia. Varios obispos intervinieron recordando que el órgano soberano es el Asamblea Plenaria y que, si se trataba de reformar los Estatutos de este organismo, lo propio sería que los miembros de esa Comisión los eligiera la Plenaria. Esto hizo que se produjera una votación sobre nombres, de la que, sin embargo, públicamente no se ha informado de su resultado. Por tanto se desconoce quienes formarán esa comisión.

También se produjeron intervenciones críticas con actos organizados por la Conferencia Episcopal, como la presentación de la Exhortación “Amoris Laetitia”, para la que no se contó con la participación de la Subcomisión episcopal de Familia y vida, lo que supone, al menos, un anormalidad.

Hay que tener en cuenta que próximamente se celebrarán elecciones a Presidente de la Conferencia Episcopal, al Comité Ejecutivo, y a las presidencias de las Comisiones Episcopales.

Otras cuestiones que preocupan a los obispos -que incluso han expresado su malestar porque esta nueva etapa de la Iglesia se está llevando a cabo a base de revanchas, rencillas personales y campañas de desprestigio- son las informaciones que está publicando la prensa aragonesa sobre el caso de la renuncia de monseñor Manuel Ureña como arzobispo de Zaragoza, o el de la renovación del Consiliario nacional de la Asociación Católica de Propagandistas.

Este clima está auspiciado por la guerra entre portales de información religiosa. Una guerra que viene de lejos y que alcanza cotas inimaginables.

 

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