Jesús Ortiz, autor de 'Mapa de la vida eterna': "Hay miedo a la muerte en proporción directa a la falta de fe o de buena formación cristiana"

El sacerdote Jesús Ortiz ha concedido una entrevista exclusiva a Religión Confidencial sobre 'Mapa de la vida Eterna' su nueva obra en la que hace referencias a temas humanos y divinos. Asegura que existe mucho desencanto y fracaso familiar y es consciente del desafecto de la sociedad hacia la Iglesia y del alejamiento de Dios.

¿Qué ha querido transmitir con su libro "Mapa de la Vida Eterna"?

-Sin duda, la esperanza como actitud de fondo porque Dios está a favor del hombre. Aunque abunden hoy espectáculos y fiestas, se observa mucho desencanto y fracaso familiar. Parece como si buena parte de la sociedad se refugiara en el bullicio para no pensar en el mañana. El Papa Benedicto XVI alude en su Carta para el Año de la Fe a que el abandono de Dios por parte del hombre trae consecuencias negativas. Es el verdadero origen de la falta de esperanza.

¿Qué respuestas se va encontrar el lector que le acerquen a la fe o al menos a la trascendencia?

-Quien escucha y sigue a Benedicto XVI, y antes a Juan Pablo II, se puede dar cuenta de que siempre hablan en positivo. Porque la Iglesia defiende al hombre incluso de sí mismo, frente a la pérdida de su dignidad como persona e hijo de Dios. En esa línea este libro "Mapa de la Vida Eterna" habla precisamente de la dignidad humana de hombres y mujeres llamados todos a participar en la vida divina, en el Cielo, y también de las batallas para vencer al mal con el bien.

¿Cómo puede entender el individuo racional si hay vida o no después de la muerte?

-En la presentación del libro se dice que no estamos hechos para la muerte sino para la vida. Desde la época de las cavernas los hombres han dado culto a los muertos suponiendo que viven de alguna manera misteriosa más allá de la muerte. Las pinturas, las pirámides y los enterramientos en todas las culturas nos testimonian que es muy razonable, podríamos decir casi como un instinto, admitir la pervivencia personal en la otra vida. Una película entre otras lo plantea con buena mano y se titula "Ahora o nunca".

En su libro lanza una pregunta: ¿Ha modificado la Iglesia su enseñanza sobre el cielo y el infierno?

- Me parece que es un modo de llamar la atención sobre las enseñanzas de la Iglesia contenidas en el Catecismo actual. Tanto de Benedicto XVI como Juan Pablo II han subrayado que el Cielo es real y el infierno desgraciadamente también. Lo que matizan es que la fe personal madura no se enreda en imaginar esa realidad como un lugar al modo de la tierra. El Cielo es vivir en Dios y con Dios, es amar y sentirse amados ya sin riesgos. El infierno es vivir en el fracaso personal definitivo. Los ángeles existen también realmente pero la fe no se queda en imaginarlos como cabecitas con alas tocando instrumentos. Son representaciones sencillas del arte cristiano que invitan a profundizar en la pura espiritualidad de estos seres celestiales que tanto nos ayudan.

¿Otra de las preguntas que realizan en su obra es ¿pueden los hombres encontrar su paraíso al margen de Dios, y cuál es el mejor camino para conseguirlo?

 

- Benedicto XVI ha escrito en la encíclica sobre la esperanza que los hombres no pueden vivir sólo de las pequeñas esperanzas terrenas pues necesitan la esperanza, con mayúscula, segura que sólo viene de Dios. La historia está plagada de intentos humanos de hacer paraísos mundanos al margen de Dios. La torre de Babel, el nazismo, el comunismo -también en sus versiones actuales- son ideologías engañosas que captan a millones de hombres y mujeres pervirtiendo sus ideales de justicia. Pero todos esos paraísos han acabado por anegar el mundo con riadas de sangre. En cambio, el paraíso -el Cielo- es felicitad total y simultánea como don de Dios a quienes luchan por hacer el bien en esta tierra.

¿Aterrizando en la realidad actual, ¿por qué piensa que los fieles están alejados de la institución de la Iglesia, y otro sector de la sociedad se encuentra cada vez más secularizado?

- No entro directamente en este problema aunque cuento con esa realidad sociológica. Pero la historia de la salvación no es sociología sino teología, es decir, conocimiento razonable de Dios y de sus planes de salvación. En otras palabras, la Nueva Evangelización sabe que hay desafecto hacia la Iglesia y alejamiento de Dios, pero no se deja llevar por esos "signos de los tiempos"sino por la gracia del Espíritu Santo. De hecho esta Año de la Fe es un impulso extraordinario para comunicar la alegría de la fe en el Dios vivo. Uno puede fijase en muchos jóvenes que viven sin esperanza y sin Dios, pero también puede alegrarse de los millones de jóvenes que se reúnen junto al Papa en la JMJ de Colonia, Madrid o Rio de Janeiro. Tampoco podemos olvidar las oleadas de fe emocionada que impresionó al mundo en la muerte de Juan Pablo II. La Iglesia sigue teniendo un enorme poder de convocatoria incomparable con otras instituciones.

¿Por qué nuestros abuelos se pasaron toda la vida preparándose para la muerte, e incluso la cultura popular acuñó el dicho "que Dios nos pille confesados", y hoy la máxima aspiración es morir rápido y sin enterarnos?

-La muerte es un dato que invita a marchar con las maletas bien hechas. Como decía antes la enseñanza más actual de la Iglesia evita hablar de un lugar de felicidad o de tormento, de arpas o de fuego, aunque sí invita a examinar nuestras obras para sean plenas a los ojos de Dios. Y como cometemos pecados y errores conviene reconocerlos y rectificar mediante el sacramento de la Penitencia. En los últimos años hay un avance notable en la práctica habitual de la Confesión sacramental que reconcilia con Dios y con los demás. Cosa distinta es que nadie quiere sufrir inútilmente y esto depende en parte de la medicina y sus cuidados paliativos, y más aún de la vida interior de la fe de los enfermos. Es admirable la labor de tantas instituciones de la Iglesia que atienden a enfermos con amor maternal, como las religiosas misioneras de la Beata Teresa de Calcuta.

¿La concepción de la muerte y la pérdida de fe en la vida eterna están transformando nuestras vidas, nuestras sociedades occidentales?

- Hay miedo a la muerte en proporción directa a la falta de fe o de buena formación cristiana; en cambio la fe en la vida eterna, encara con paz la enfermedad y la muerte. Por eso los sacerdotes atienden con solicitud a las familias en las exequias por un difunto, viendo una buena oportunidad de evangelizar, es decir, de comunicar esperanza cierta y paz ante el desgarro de la muerte. Unas exequias bien celebradas, rezando con paz, están en las antípodas de esos actos sociales tan formales y oscuros más propios de películas de mafiosos.

¿Cómo se les explica la muerte a los niños?

- Los niños son un regalo de Dios a cada familia y al mundo. Por eso es antihumana la mentalidad contraceptiva y no digamos el aborto. Pues bien, los niños son como esponjas que retienen todo lo bueno que ven en sus padres y en los mayores. Cuando rezan con ellos por los enfermos y los parientes que mueren lo hacen con mucha autenticidad y sin miedo. Son ocasiones de hablarles del Cielo, de Dios Padre, de la Virgen y de los ángeles. Los niños admiten con naturalidad que los abuelos, padres o hermanos fallecidos nos esperan junto a Dios. Y desde la tierra les ayudamos en el momento de la muerte para que lleguen pronto al Cielo con el alma limpia. La película "El árbol de la vida", es difícil aunque plantea con hondura y gran belleza la muerte y la vida eterna.

¿Por qué una cultura que evita la muerte y la idea de eternidad, están obsesionadas en producir material audiovisual relacionado con zombies, vampiros y fantasmas?

- La superficialidad es una tentación permanente del ser humano que hace broma de los temas más importantes. No olvidemos que la "broma" era un molusco que se adhiere al casco de las carabelas y retrasaba la navegación, pudiendo arruinar la nave. Los jóvenes y mayores también, buscan emociones fuertes con zombies y vampiros, a modo de pasatiempo, quizá para experimentar emociones. No veo nada malo en ello siempre que la persona tenga una formación cristiana. Porque el más allá no es algo indefinido para un católico sino es el Juicio de Dios, la resurrección de la carne, el infierno y sobre todo el Cielo. Jóvenes y mayores preferimos a los ángeles antes que huir de los zombies.

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