Anécdotas de la estancia de Benedicto XVI. Pidió las recetas de los platos servidos en la comida ofrecida por Rouco diciendo que era “el mejor almuerzo de su vida”

La estancia de Benedicto XVI en Madrid, con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, está repleta de anécdotas, algunas de las cuales son menos conocidas. Por ejemplo, las que sucedieron durante el almuerzo que le ofreció el cardenal Rouco el viernes, día de su 75 cumpleaños. El Papa disfrutó.

Según ha conocido 'Religión Confidencial' de alguno de los asistentes al almuerzo, celebrado en la residencia del arzobispo de Madrid, el Pontífice degustó con agrado los platos que se sirvieron, hasta el punto de comentar que era "el mejor almuerzo de su vida".

Tan es así, que Benedicto XVI solicitó que le dieran las recetas de esa comida, para llevárselas consigo a Roma.

Además, recurriendo a su vena filosófica, dijo que, viendo lo que habían preparado para ese almuerzo y cómo se presentaba, había "comprendido que la cocina es un arte".

Al final, el Papa pidió hacerse una fotografía con las responsables del almuerzo, es decir, profesoras y alumnas de Fuenllana, un colegio de Alcorcón que entre sus enseñanzas ofrece Hostelería y Restauración, además de Turismo, Diseño y Moda. Las alumnas sirvieron la mesa.

Adelante con la custodia

En la noche del sábado, durante la vigilia en Cuatro Vientos se desató una fuerte borrasca de lluvia y viento, con rachas de agua que alcanzaron directamente el estrado donde se encontraba el Papa y todos los que lo ocupaban. Es conocido que algunos de sus colaboradores propusieron, por dos veces, suspender el acto, pero Benedicto XVI se negó en redondo, con estas palabras: "Nos quedamos".

Otro momento crítico se planteó cuando llegó el momento en el que la custodia de Arfe, la joya de la catedral de Toledo, tenía que ser izada al escenario. La lluvia había cesado, pero no existían garantías de que no volviera, con lo que se mojaría la custodia, algo muy indeseable.

Miembros del equipo del Vaticano plantearon que se suspendiera ese acto, pero el deán de la catedral de Toledo decidió que la custodia saliera al exterior, se sumó a ello el obispo auxiliar de Madrid César Franco -principal responsable de la organización de la JMJ por parte del arzobispado- y se procedió al izado.

La adoración del Santísimo con la custodia se convirtió en el momento más impactante de la vigilia, con el Papa arrodillado y rezando durante largos minutos, y el millón y medio de peregrinos igualmente de rodillas y en silencio adorando al Señor.

 

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