¿Qué pasa tras la fumata blanca?

Aunque la votación escoge un nuevo Papa, no lo es del todo. Antes de abandonar la Capilla Sixtina, el elegido por dos tercios de los votos, (77 en este caso) será preguntado por el Cardenal Decano, o por el primero de los cardenales por orden y antigüedad, en nombre de todo el Colegio de los electores si quiere ser Papa: "¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?" En caso afirmativo le pregunta por su nuevo nombre, y es ordenado obispo inmediatamente en caso de no serlo. Recordamos que es susceptible de ser Papa cualquier hombre católico célibe, incluyendo a los seglares. El Maestro de Celebraciones Litúrgicas es testigo de todo el proceso y toma nota del acto de aceptación.

A continuación el nuevo Papa pasa a la sacristía de la Capilla Sixtina, también llamada sala de las lágrimas. El nombre le viene porque los nuevos Pontífices suelen romper a llorar en la intimidad por la gran responsabilidad que se les viene encima. Una intimidad que normalmente es solicitada, ya que en este momento está acompañado por el Maestro de Ceremonias Pontificias y el Camarlengo. Cuando el nuevo Pastor de la Iglesia ha elegido entre las tres tallas de sotanas blancas, entre los tres solideos (la pequeña boina blanca) y el resto de su vestuario, los demás cardenales le felicitarán y le expresarán su obediencia y respeto. Es entonces cuando el cardenal diácono sale al balcón de la Basílica de San Pedro y recita la fórmula: "Habemus Papam, cardenal... (y el nombre del nuevo Pontífice)". A continuación sale el Sumo Pontífice a saludar y otorga la bendición "Urbi et Orbi" (a la ciudad y al mundo) en compañía del personal de Curia en funciones que ha ejercido el mando durante el periodo de Sede Vacante. Periodo que en este momento ha terminado.