Benedicto XVI había preparado el camino para su renuncia desde que ocupó la sede de San Pedro

Benedicto XVI, como buen alemán, es organizado. Y ha querido dejar atado y bien atado lo que atañe a su sucesión, al menos en lo que a él le compete. Consistorio cardenalicio al máximo, problemas eclesiales principales lejos del escándalo mediático y limpieza interna tanto en aspectos doctrinales como en los económicos.

Hace dos años, Benedicto XVI era entrevistado por el periodista Peter Seewald y sus respuestas fueron recogidas en un libro con el título "Luz del mundo". Entre las preguntas, se le inquiría por una posible renuncia a causa de los escándalos de pederastia en la Iglesia que empezaban a conocerse. Con aplomo, el Papa respondió que era una posibilidad que contemplaba cuando no estuviera en condiciones físicas, siempre y cuando la Iglesia gozase de estabilidad. Y el aviso no resultó baladí.

El Pontífice aplicó mano firme para atajar las faltas de sacerdotes y obispos pedófilos y rechazó cualquier sospecha de connivencia sobre el Vaticano. Aquellos que tuvieron que penar por ley o pagar a las víctimas lo hicieron y la misericordia eclesial no ha colisionado con que respondan por sus graves errores ante la jurisdicción civil y penal.

Se preocupó de acercar a Roma a aquellos sectores que se habían alejado por una u otra razón. El culmen de sus éxitos reside en el ordinariato creado para que medio millón de anglicanos hayan pasado al catolicismo bajo un rito propio. Incluso se ha planteado, aunque más lejanamente, una posibilidad análoga con los luteranos.

También intentó reintegrar plenamente a los lefebvristas, pero las conversaciones quedaron en punto muerto y no se logró llegar a un acuerdo sobre varios puntos en discordia del Concilio Vaticano II.

El Colegio Cardenalicio había perdido efectivos a comienzos del año 2012. Pero Benedicto XVI sabía que no podía dejar nada al azar y en dos tandas de nombramientos ha completado el número máximo de electores que acudirán a la Ciudad Eterna para el próximo cónclave: 120. Incluso ha aprovechado para reducir la mayoría italiana, de modo que la representación sea lo más universal posible.

El Papa ha anunciado su marcha en latín, lengua que intenta rehabilitar en la Iglesia. Con el motu proprio Summorum Pontificum, garantizó la posibilidad de que se continuase celebrando el rito extraordinario de la Eucaristía. Y, aparte de ser uno de los idiomas en que publicaba en Twitter, acaba de aparecer una cátedra dedicada al estudio de la lengua tradicionalmente eclesial.

Benedicto XVI asumió con enorme fe la cruz que la Iglesia, inspirada por el Espíritu Santo, depositaba en él. Pero ya desde la primera celebración eucarística que presidió en público como Pontífice, explicó su percepción del papado: "Esta es una tarea que supera todas las fuerzas humanas".

 

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