Madre, maestra, viuda y monja

No creo que haya muchas mujeres que puedan preciarse de haber gozado en la vida de todos los estados posibles para una mujer. Mi fundadora es una de ellas. Y hoy cumple 90 años de haber "nacido para el cielo". Se llama Alberta Giménez. Y es una insigne balear.

En su vida no hizo cosas grandes. Su santidad consistió en algo tan sencillo como difícil a la vez: la perseverancia en hacer lo mejor posible las cosas pequeñas de cada día. Por eso, estoy segura de que ella jamás pensó hasta dónde llegaría su obra. Después de ser fundadora de la Congregación de Hermanas de la Pureza de María, rectora del Real Colegio de la Pureza y rectora de la única Escuela femenina de Maestras de Baleares, pasó sus últimos años recluida en la cocina desgranando guisantes y murió un 21 de diciembre, ciega, prácticamente sola, y sin cesar de rezar.

Su obra comenzó en la pequeña isla de Mallorca y ha llegado hasta ocho países de tres continentes. En un viejo colegio que se ha convertido en 33 centros educativos y sociales. Con 30 alumnas internas y 20 externas hasta los 49.833 alumnos de hoy. Eran tan solo 5 religiosas y ahora somos 274 Hermanas y 2.448 seglares comprometidos con la educación.

La suya es la única Congregación religiosa que en Baleares atiende la enseñanza superior, con carreras como Educación Infantil, Primaria, Periodismo, y Comunicación Audiovisual, en el CESAG. De ella han surgido movimientos laicales como Foc, Deja Huella y Familia Albertiana. Todos los que entran en contacto con ella siempre quedan impresionados por una característica muy propia: su ambiente de familia. Y no es de extrañar, ella fue esposa y madre de cuatro hijos. Su maternidad biológica la trasladó a la maternidad espiritual, y el espíritu de familia es una de las características más importantes que ha impregnado a toda su obra.

Alberta Giménez fue una mallorquina excepcional nacida el 6 de agosto de 1837. Casada a los 23 años con su profesor, Francisco Civera. Con cuatro hijos. Viuda y tres hijos muertos con tan sólo 32 años. Y después, monja.

Acepta asumir la responsabilidad del Real Colegio de la Pureza de Palma y se traslada a él el 23 de abril de 1870. Dos años más tarde, funda con cinco maestras la primera Comunidad de Religiosas de la Pureza de María. Dieciocho años más tarde (1892) obtiene la aprobación diocesana y nueve años después (1901) el derecho pontificio para la Congregación y es nombrada Superiora General de la misma. Después de 46 años de gobierno (1916), renuncia a su cargo. Muere el 21 de diciembre de 1922, con 85 años.

Mallorca nunca pensó que una sencilla hija la llevara tan lejos. Quién le iba a decir, hace ya dos siglos, que sus sobrasadas, su peculiar acento y sus costumbres llegarían a implantarse hasta África y América. Y sin embargo, después de 90 años de su muerte, el 21 de diciembre, la obra de Alberta Giménez sigue viva y creciendo en miles de gentes.

"Nací para el cielo y a él dirigiré todas mis aspiraciones", dijo un día. Y así fue.

xiskya@gmail.com

 

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