Párrocos santos y… sinodales

El Papa Francisco con la comunidad del seminario de Burgos.
El Papa Francisco con la comunidad del seminario de Burgos.

Estaba leyendo la serie explicativa sobre la sinodalidad en la edición española de La Civiltà Cattolica, cuando se hizo pública la carta que el Papa Francisco ha enviado a los párrocos sinodales, la representación de párrocos del mundo que han participado en un encuentro sobre la sinodalidad en Roma. Sacerdotes de parroquias representantes de sus homólogos.

No sé qué criterios se han seguido para elegir a quienes han ido en nombre de los párrocos españoles. Me ha llamado la atención, por cierto, las diócesis españolas de procedencia de los elegidos, por lo tanto, las no elegidas. ¿Lo habrán jugado a los dados, como en los Hechos de los Apóstoles?

Lo primero que ha dicho el Papa es de libro. Que “la Iglesia no podría ir adelante sin vuestro compromiso y servicio; es tan obvio que decirlo suena casi banal, pero esto no lo hace menos verdadero. Por eso quiero ante todo expresar mi gratitud y estima por el generoso trabajo que ustedes hacen cada día, sembrando el Evangelio en todo tipo de terreno (cf. Mc 4,1-25)”.

Después ha centrado su intervención sobre los conceptos misionera y sinodal aplicados a las parroquias.

De las tres recomendaciones del Papa a los párrocos, me ha llamado la atención la invitación a que acojan los multiformes carismas de los fieles.

“Los – ha escrito el Papa- invito a vivir su carisma ministerial específico cada vez más al servicio de los multiformes dones diseminados por el Espíritu en el Pueblo de Dios. Urge descubrir, animar y valorar «con el sentido de la fe los multiformes carismas de los seglares, tanto los humildes como los más elevados» (Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Presbyterorum Ordinis, 9)”.

En segundo lugar, la centralidad del discernimiento y del método de la “conversación en el espíritu” para crear comunión en la parroquia.

No sé si es primero el discernimiento y luego la conversación o la conversación y luego el discernimiento. Lo que parece claro que estos criterios también se pueden aplicar a las diócesis y a otras estructuras o realidades eclesiales.

Y, por último, la invitación al “intercambio y la fraternidad entre ustedes y con sus obispos”. Sería algo así como aplicar los criterios anteriores al nivel horizontal y al vertical. 

 

Señaló el Papa Francisco: “No podemos ser auténticos padres si no somos ante todo hijos y hermanos. Y no seremos capaces de suscitar comunión y participación en las comunidades que nos son confiadas si no las vivimos en primer lugar entre nosotros. Sé bien que, en la sucesión de las responsabilidades pastorales, ese compromiso podría parecer un añadido o incluso tiempo perdido, pero en realidad es lo contrario; en efecto, solo así somos creíbles y nuestra acción no desbarata lo que otros ya han construido”.

La experiencia de cualquier fiel cristiano es que todas las parroquias son iguales pero también distintas.

En cierto sentido se podría decir que la parroquia, si es algo, es hechura del párroco. Por lo tanto a quien se parece es al párroco y a los sacerdotes que le acompañan. Más incluso que al tipo de fieles que la frecuentan.

Entiendo además que en este proceso de convertir a los párrocos en “misioneros de la sinodalidad” hay un presupuesto implícito, que no explícito aquí, que es el de la santidad de vida de los párrocos.

Entiendo que en cada época, en cada momento de la historia, las incidencias eclesiales son distintas, cambian con la percepción de las prioridades del tiempo. Y que esas incidencias son acumulativas.

Si nos fijamos sólo en las incidencias que marcan los tiempos, al final se produce un proceso de acumulación que pudiera hacer que, pasado el tiempo, se olviden.

Pero si esas incidencias las relacionamos con el sustrato, en este caso la santidad de vida, que al fin y al cabo es a lo que debemos aspirar todos los cristianos, las incidencias de cada momento en la Iglesia pasan a formar parte del patrimonio común de la tradición que se recibe, se acoge y se desarrolla.

Por eso me gustaría pensar en que la invitación a los párrocos incidiera en que sean sacerdotes santos y sinodales. Santidad también como horizonte de la sinodalidad, en la medida que lo que entendemos por santidad es la causa de lo que destaca el Papa Francisco.

A no ser que me digan que tengo que actualizar el concepto de santidad con sinónimos que faciliten su explicación y percepción. A lo que no me voy a negar.

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