Cardenales y sedes cardenalicias, en Italia y en España

Gherardo Gambelli, arzobispo de Florencia. Foto: ANSA
Gherardo Gambelli, arzobispo de Florencia. Foto: ANSA

El Papa ha nombrado esta semana a un párroco que fue misionero en Chad, y que es también capellán de prisión, Gherardo Gambelli, arzobispo de Florencia.

Si antes lo que predominaban en los apartados de los currícula de los nuevos obispos era ser profesores de teología, rectores de seminario, vicarios generales…, ahora lo que prima es haber sido misionero ad gentes, capellán de prisiones o delegado de Cáritas. En este caso el modelo Pamplona universalizado.

Gambelli sustituye a Giuseppe Betori en una diócesis muy querida para el cardenal Ruini. Este patrón en Italia también se ha dado cuando el Papa nombró a Delpini para Milán, Repole en Turín, Batagglia en Nápoles, Lorefie en Palermo, García Cuevas en Buenos Aires o Terlinden en Bruselas.

Madrid. Creo que responde a otro capítulo del libro, aunque tenga aspectos conniventes. Veremos qué pasa con Barcelona, que es la gran sede española en perspectiva.

Este nombramiento de Florencia, sede tan querida para los nostálgicos de la Corona de Aragón, junto lo que ha pasado en el Vicariato de Roma, ha hecho que la prensa italiana se lance en estos días pasados a hacer balance de las sedes arzobispales que antes eran sedes cardenalicias y ahora no lo son.

Si no recuerdo mal, ya no tienen cardenales las sedes italianas históricas de Florencia –de momento-, Milán, Venecia, Génova, Turín, Palermo y Nápoles. La única clásica que sí cuenta con un cardenal es Bolonia, Zuppi.

No voy a entrar en consideraciones de lectura de este estado de la cuestión desde claves pontificias de estrategias de control, de política eclesial. Me interesa más la referencia a la historia inmediata de España y a las sedes que fueron cardenalicias en nuestro país.

Es cierto que no son pocos los cardenales españoles que entrarían, previsiblemente, en un futuro Cónclave. La mayoría de ellos en Roma, por cierto.

Si hablamos de España, en la práctica, tenemos en activo al cardenal Cobo en Madrid y al cardenal Omella en Barcelona. Dos perfiles complementarios, de entrada y de salida, nombrados por el papa Francisco, en el G9 explícito y en el implícito.

 

Quizá porque estoy leyendo las 978 páginas de la biografía de don Marcelo, primer tomo, en España en la época más reciente teníamos una especie de balanza cardenalicia, Tarancón y don Marcelo, Jubany y Suquía, Rouco y Amigo, Cañizares y Sistach, Estepa y Sebastián, que era reflejo de diversas sensibilidades. ¿Pasa ahora igual? ¿Pasará en un futuro?

Parece claro que Toledo ha dejado de ser cardenalicia. Madrid y Barcelona lo son y sería lógico que lo fueran. También tuvieron cardenales en activo, en la historia más o menos reciente, Valladolid, Burgos, Sevilla, Santiago de Compostela, Tarragona, Granada, Málaga. Algunas de ellas por la personalidad de los eclesiásticos.

¿Podrían tenerlo, se me ocurre, en un futuro consistorio –ojo la dato que diría García- Pamplona, León, Zamora, Barbastro, Teruel y Albarracín…? Por eso de la trayectoria, el currículum, las periferias, la España vaciada.

Ah, que no estoy dando ideas…

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