Los primeros días de Francisco

Las primeras horas del nuevo Papa han marcado un antes y un después en la manera de hacer las cosas en el Vaticano. Pequeños detalles que demuestran la manera personal y austera que tendrá este pontificado.

Tras la noche histórica del pasado martes, cuando Francisco salió a la ventana de la basílica de San Pedro con la misma cruz que cuando era arzobispo. Sin estola ni muceta. Con una sencilla sotana blanca y con un simple "buona sera" saludó al mundo entero que llevaba esperando su llegada desde el mismo día que Benedicto XVI anunció su renuncia,

Volvió como Papa a la casa Santa Marta de la que salió como cardenal, pero en el mismo autobús que el resto de los cardenales. Rechazó el coche que tenían preparado para él. "El verdadero poder es el servicio", título de uno de sus libros recoge con precisión la que será la guía de los años de pontificado. Con el sentido del humor como aliado, "Que el Señor os perdone por la elección" fueron de las primeras palabras dirigidas al colegio de cardenales durante la cena en la casa Santa Marta.

Temprano, tras un día de grandes emociones, pocos minutos después de las ocho de la mañana el recién elegido Papa hacía su primera visita a la ciudad de Roma y en concreto a la patrona de la ciudad, la Virgen Salus Populi Romani. Rezó delante de ella y también en el lugar en el que San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas celebró su primera misa. Cercano, paciente, aunque todavía abrumado por el cargo recién asumido, bendijo y saludó al personal de la basílica, en especial a la mujer de uno de los empleados, embarazada de cinco meses.

Pagó la cuenta del alojamiento en el que había estado los días previos al cónclave. "Es de justicia", dijo. Recogió las escasas pertenecías que había traído y volvió al Vaticano.

Por la tarde, Misa con los cardenales electores en la Capilla Sixtina. La misma capilla en la que la tarde del miércoles se escuchó al menos 77 veces su nombre, las necesarias para conseguir los dos tercios que le daban la mayoría.

Allí, con voz amable pero con tono claro, el Papa Francisco dió la primera homilía de su pontificado marcada por el aún inusual acento argentino. El Papa dijo a los cardenales que debían llevar una vida irreprochable, alertó del peligro de que la Iglesia se convierta en una ONG y no anuncie a Jesucristo.

A pesar del secreto del cónclave, voces indiscretas hablan de una mayoría aplastante durante las votaciones, en las que el cardenal Bergoglio era claro favorito. Quizás por la claridad con la que habla, quizás por la complementaridad con el pontificado de Benedicto XVI, o quizás por que confiaban en que traería aires de renovación a la Curia vaticana. Sin embargo, nadie sabe qué pasó durante las votaciones. Lo que sí se sabe es que el perfil de este pontificado tiene la sencillez y el servicio por bandera y también por lema papal.

@blancaruizanton

 

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