Una misión difícil para el nuevo nuncio en España

Acabo de regresar de las vacaciones y todos o casi todos experimentamos lo que cuesta recomenzar, volver a hacer lo que uno está acostumbrado a hacer normalmente tras un paréntesis más o menos largo. De todos modos no tengo estrés pos-vacacional porque he tratado de descansar física y mentalmente y he pensado poco en el trabajo. Bueno he de confesar que como todo buen profesional he reflexionado un poco sobre el quehacer, y en mi caso concreto, sobre las próximas crónicas desde la Ciudad Eterna.

Durante el mes de agosto la noticia más destacada en el ámbito religioso ha sido el nombramiento del nuevo nuncio en España. Benedicto XVI ha pensado en relevar en el cargo a monseñor Monteiro de Castro, que ha sido nuncio de Su Santidad en los cinco continentes, y ha llamado a sucederle a un arzobispo italiano, que a pocos españoles sonará: monseñor Renzo Fratini.

Fratini, de 65 años, que era hasta ahora nuncio en Nigeria, confesó desde Abuya que no se esperaba este nombramiento del Papa. "De todos modos -dijo-, voy contento a esta nueva misión importante, en un país importante. Pero también con una cierta trepidación, pues no creo que sea fácil en este momento: por las relaciones con España y también por la situación en general".

Después de haber dedicado más de quince años a naciones en las que la presencia musulmana era dominante o muy importante, como Timor Oriental, Indonesia, Pakistán, y últimamente Nigeria, el nuevo representante del Papa en España no esconde las dificultades que entraña la nueva misión.

En primer lugar, Fratini piensa en el laicismo que sigue penetrando en todas las capas de la sociedad, y también por supuesto en las leyes injustas que envenenan a los ciudadanos, con consecuencias tremendas para su salud. Y en segundo lugar, piensa en las relaciones actuales entre el gobierno y la Conferencia Episcopal Española, que han pasado por diferentes etapas, con sus altibajos.

El difícil panorama que le espera, porque ciertamente el momento actual no invita al optimismo, no desalienta, sin embargo, a monseñor Fratini. En una entrevista nada más recibir la noticia del nombramiento, aseguró que tratará de hacerlo lo mejor posible, ayudando a reavivar y reanimar a la Iglesia de Europa -sobre todo la española-, contribuyendo en la medida de lo posible en este momento de crisis, de dificultades económicas y financieras.

Para empezar con buen pie y con entusiasmo su nueva misión diplomática Fratini espera trabajar y hacer las cosas bien. Eso sí, con el apoyo fundamental de sus colaboradores y del resto.

Por Alfonso Bailly-Baillière

 

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