El complejo equilibrio de la Iglesia católica con el Islam

A pocos meses del comienzo del Sínodo de Oriente Medio, expertos en Historia de la cultura árabe, como el jesuita Samir Khalil Samir, explican cuál es la situación en que se encuentra las minorías cristianas en la región, cuyo número se ha reducido notablemente en los últimos años.

Si bien han disminuido los cristianos en casi todos los países de Oriente Medio, asegura el padre Samir, la situación es más preocupante en las regiones en guerra: Palestina e Irak, dado que son los primeros en sufrir las consecuencias de la inestabilidad y no tienen protección por parte del gobierno.

Sin embargo, “lo más grave para el futuro es el aumento del radicalismo islámico”, afirma Samir, que también enseña Islamologia en la Universidad Saint-Joseph de Beirut y en Pontificio Instituto Oriental de Roma. El hecho de que, por ejemplo, la Sharia en Egipto se haya convertido en la norma para decidir sobre todo, “significa que estamos bajo la ley islámica, a pesar de ser cristianos. Esta ley, en algunos puntos, se opone totalmente a la Declaración Universal de los Derechos Humanos y, por tanto, una vez más, nadie nos protege”.

Comentando el documento de trabajo de la asamblea especial sobre Oriente Medio, en el que, entre otras cosas se condena el Islam político, el jesuita señala que “es un mal, en primer lugar, para el musulmán. Significa que en nombre de la fe decido meter en la cárcel o matar a alguien con cualquier pretexto”.

Refiriéndose concretamente a la violencia en Irak, Palestina, Pakistán y Afganistán, explica que “no es fundamentalmente contra los cristianos, sino contra los ciudadanos que en su mayoría son musulmanes. La crítica al Islam político se basa en que en sí mismo no es compatible con el concepto de ciudadano moderno, y por eso decimos que es inaceptable, ya que quita la libertad, elimina la democracia y permite fácilmente una teocracia o una autocracia”.

Aunque en este contexto parezca contradictorio hablar de diálogo, sin embargo, el padre Samir resalta que éste es el objetivo. El proyecto cristiano, que se subraya en el Sínodo, es “construir juntos una ciudad para el hombre: musulmanes, que son la mayoría, cristianos, judíos, ateos... Estamos defendiendo la libertad humana, el ser humano”.

“Lo que queremos –concluye el padre Samir- es una sociedad que se aproxime a la verdadera democracia y a los derechos humanos. Cuando se organiza, en nombre de Dios, un proyecto político de signo contrario, tenemos la obligación de combatirlo”.

Por Alfonso Bailly-Bailliére

 

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