El Papa y las madres de la Plaza de Mayo

Un breve encuentro, pero mucho más largo que lo habitual. Después de la audiencia general el Papa saludó a dos de las abuelas de la Plaza de Mayo, que le pidieron que rezara por sus nietos desaparecidos y que les ayudara a encontrarlos.

Ha sido un encuentro histórico que ha durado apenas un minuto. Al terminar la audiencia general ha sido el Papa el que se ha acercado hasta la valla para encontrar personalmente a dos de las abuelas de la Plaza de Mayo que han venido desde Argentina para saludarle. Eran Estela Carlotto, presidenta de la asociación y Buscarita Roa. Carlotto le entregó una carta, en la que pide la colaboración dela Iglesia para descubrir el paradero de más de 400 hijos y nietos desaparecidos durante la dictadura militar argentina y que aun no han sido localizados. Por su parte, Roa le pidió que bendijera uno de los pañuelos blancos símbolo de las abuelas y las madres de la Plaza de Mayo y que llevan sobre los hombros durante las concentraciones que desde 1976 realizan para denunciar la desaparición de sus seres queridos durante la dictadura militar.

Sonrientes y nerviosas aprovecharon esos segundos eternos y esperados para pedirle ayuda y no sólo espiritual. Le dijeron que rezara por ellas, por sus familias y por sobre todo por sus desaparecidos y que les ayudara a encontrar a sus seres queridos que no ven desde hace casi cuarenta años. A lo que el Papa respondió: "Cuenten conmigo" y a cambio, como siempre, pidió que ellas también rezaran por él. "Con el Papa hemos vivido un momento histórico para todo el pueblo argentino, para nuestra historia y para nuestra esperanza", ha dicho la presidenta al término del encuentro con Francisco. Es la tercera vez que Carlotto encuentra un papa, estuvo con Juan Pablo II, con Benedicto XVI y ahora con Francisco, con quien además comparte el país de origen. La presidenta de la Asociación asegura que ya conocía a Bergoglio, se encontraron hace años en un homenaje a Chiara Lubich, fundadora de los Focolares, en la catedral de Buenos Aires. En el pecho Estela Carlotto llevaba prendida una foto de su hija Laura, que murió en la cárcel en 1978 y que dio a luz a un hijo allí que su abuela nunca ha podido conocer y del que no sabe el paradero. "Hoy, -dice Carlotto- mi nieto tiene 34 años pero no sé ni quién es ni dónde está".

En el encuentro de este miércoles también estaba presente Juan Cabandié, uno de los nietos recuperados por la asociación, y que ahora es diputado en Buenos Aires. Y la monja francesa Geniviève Jeaningros, sobrina de otra religiosa francesa, Léonie Duquet que fue asesinada en argentina en 1977.

@blancaruizanton

 

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