Los implicados están siendo investigados

Eutanasia en Italia: manipulación de un caso y la respuesta del Vaticano

Activistas han despertado un debate mediático y legislativo sobre lo que denominan “la elección del fin de la vida"

El Papa Francisco bendice a un enfermo.
El Papa Francisco bendice a un enfermo.

La “batalla” a favor de la defensa de la vida hasta la muerte natural se ha reabierto con fuerza recientemente en Italia. Los medios italianos han seguido con atención e informado con detalle sobre el triste caso de Fabiano Antoniani, conocido como Fabo, quien murió esta semana a los 40 años.

Sin entrar en demasiados detalles -no es el objetivo de este espacio- Fabo era un DJ italiano que sufrió un grave accidente de coche que ocasionó que quedara tetrapléjico y ciego en 2014. Quienes le conocieron aseguran que después de la tragedia, él tenía deseo por salir adelante con fisioterapias y que quería vivir, pero que hace unos meses empezó a manifestar que “eso no era vivir”.

Instigación al suicidio asistido  

Hace unos días, Fabo fue trasladado a una clínica en Suiza que tiene por eslogan “morir dignamente” y allí falleció tras morder “un botón para activar la liberación de la droga letal”. Ante este lamentable hecho, han surgido numerosos debates dentro y fuera de la Iglesia, incluso lingüísticos, por ejemplo, si se trata o no de un caso de “suicidio asistido”. 

En el ámbito laico algunas de estas discusiones tienen, por supuesto, consecuencias jurídicas y legislativas. Jurídicas porque quienes lo llevaron a Suiza ahora son investigados por el delito de instigación o inducción al suicidio. Como el caso del político radical Marco Cappato, quien podría ir a prisión hasta por doce años.

Consecuencias legislativas porque el caso de Fabo ha ido más allá, muchos lo califican de instrumentalización porque algunos políticos se han involucrado para solicitar al Parlamento italiano tratar el tema del final de la vida y estudiar un proyecto de ley que establecería que cualquier mayor de edad que sufra una incapacidad pueda “rechazar el tratamiento médico, la alimentación y la hidratación”.

La historia de Fabo ha recordado también a la opinión pública, el caso de Eluana Englaro quien tuvo también un accidente de tráfico pero que quedó en estado vegetativo durante 17 años hasta que en 2009 su padre apoyó la posibilidad de suspender el suministro de alimentos, dejándola morir.

Pocos días antes de que muriera Fabo, Beppino Englaro, padre de Eluana declaró públicamente que este caso “era muy diferente” al de su hija y que “se trataba de eutanasia” porque Eluana había pedido “dejen que la muerte ocurra”. En cambio, Fabo solicitó que “lo asesinaran”.

Pontificia Academia para la Vida  

El magisterio de la Iglesia es claro. Ante el antiguo caso de Eluana Englaro, se sabe que la postura es que la “alimentación e hidratación no son una terapia” por lo que no se puede privar de esto a ninguna persona. En el reciente caso de Fabiano Antoniani, algunos especialistas en bioética lo califican como suicidio asistido y otros como eutanasia. 

El presidente de la Pontificia Academia para la Vida, monseñor Vincenzo Paglia ha insistido en la necesidad de “una solidaridad, una cercanía para toda la vida, sobre todo en los momentos más difíciles” antes de instaurar una ley sobre la eutanasia, encarnizamiento terapéutico, suicidio asistido, terapia del dolor, testamento biológico, términos que, también -ha dicho- es importante no confundir.

En esta línea, monseñor Paglia -refiriéndose al caso de Fabo pero también al de tantas personas que desean suicidarse por diferentes motivos- ha animado a la sociedad a responder a estos casos en los que las personas no consiguen vencer una soledad profunda, y que cuando se une a situaciones dolorosas, se inclinan por pensar: es mejor morir que vivir. “Hay un individualismo penetrante que deja solos, sobre todo en los momentos más difíciles”, ha asegurado el presidente de la Pontificia Academia para la Vida.

 

Y allí es donde es primordial la alianza afectuosa entre el paciente, el médico, los familiares y los amigos. Pero también en donde el acompañamiento pastoral y la visión de la Iglesia tiene un rol fundamental.

La compañía de un sacerdote  

En el caso concreto de Fabo hubo un sacerdote que se reunió con él un par de veces, según lo ha revelado el diario de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) Avvenire. Se trata de Vincent Nagle, norteamericano de 58 años quien es capellán de una fundación que da asistencia a domicilio a personas con discapacidad grave. A él, la madre de Fabo le ha pedido celebrar una Misa después de su muerte en la iglesia en donde Fabo fue bautizado.

Don Vicent explicó a Avvenire que “tienen miles de pacientes con situaciones como la suya (Fabo), muy similares, algunos muchos más graves” y ha explicado que hay muchos asistentes sociales que acompañan cada día miles de realidades diferentes y patologías diversas, que dan “corazón y competencia” y que además de acompañar al paciente, procuran estar cerca de la familia “que carga un gran peso”.

Este y muchos casos similares, son un desafío para el modelo de Iglesia en salida que el Papa Francisco anima en una sociedad en la que advierte el peligro de la ‘cultura del descarte’.

Para quien esté más interesado en el tema, comparto un enlace de la Unión de Cristianos Católicos Racionales (UCCR) que propone en italiano diez razones en contra del suicidio de estado.

@mercedesdelat  



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