Descontento de los católicos con Berlusconi

El presidente del consejo de ministros italiano, Silvio Berlusconi, aseguró hace tres días que las relaciones del gobierno y las suyas personales con el Vaticano son excelentes. Además, afirmó que las consolidarán en los próximos meses "sobre cuestiones importantes, como el testamento vital", una futura ley que desea aprobar el gobierno y cuyos puntos fundamentales son el no a la eutanasia y al suicidio asistido.

El gobierno aprobó un decreto de urgencia en febrero pasado para tratar de impedir la muerte de Eluana Englaro, pero llegó demasiado tarde porque la joven falleció al poco de privarla de alimentación e hidratación. Ahora, con la nueva normativa, se trata de afirmar que la hidratación y la alimentación no pueden interrumpirse porque no son terapias, sino formas de vida.

Berlusconi, que en más de una ocasión ha declarado con orgullo que es católico, ha expresado su apoyo incondicional a la Iglesia sobre cuestiones tan fundamentales como el derecho a la vida y la defensa de la familia. Y de ello los católicos le están plenamente agradecidos.

Sin embargo, a raíz de las noticias y reportajes "escandalosos" sobre su vida privada, que han sacado a relucir con pelos y señales los medios de comunicación afines a la oposición, simpatizantes católicos que precisamente le han apoyado desde el principio por la claridad de ideas en temas fundamentales, han quedado decepcionados por su comportamiento.

El periódico de los Conferencia Episcopal Italiana, "Avvenire", mostró su descontento con el primer ministro a través de varios artículos y sobre todo con la publicación de las cartas de muchos lectores, que desaprobaban su "actitud inmoral" en las relaciones con algunas personas de distinto sexo.

Hace una semana el director de "Avvenire", Dino Boffo, decidió abandonar su cargo tras recibir unas duras acusaciones sobre su vida privada, publicadas por el periódico "Il Giornale", de la familia de Berlusconi, que desmintió rotundamente. En dicho artículo, el diario reconocía abiertamente que sus ataques contra Boffo eran una respuesta a las críticas que el periodista había dirigido contra Berlusconi por sus escándalos privados.

A ello se suman las críticas de varios obispos italianos a la política de inmigración del gobierno, sobre todo como consecuencia de la muerte, a finales de agosto, de más de 70 eritreos ilegales en el Mediterráneo cuando trataban de llegar a las costas europeas. El jefe del partido Liga Norte, Umberto Bossi, socio del gobierno Silvio Berlusconi, respondió a los prelados desafiando al Vaticano a abrir sus puertas a la inmigración.

Para tratar de calmar estas aguas tan revueltas, el subsecretario de la presidencia del Consejo de ministros, Gianni Letta, que mantuvo el domingo pasado un breve encuentro con Benedicto XVI en Viterbo (Lacio), afirmó que las relaciones entre Italia y la Santa Sede son "sólidas y en un clima sereno".

El presidente Silvio Berlusconi y el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, se deberían haber encontrado en L'Aquila el pasado 28 de agosto, con ocasión de una ceremonia religiosa, sin embargo hubo un cambio de programa a última hora y al final Berlusconi decidió enviar a Letta como representante "para evitar manipulaciones".

 

Habrá que esperar al próximo encuentro entre ambos para saber si hay o no "tirón de orejas" a Berlusconi por parte de Bertone y las aguas vuelven definitivamente a su cauce.

Por Alfonso Bailly-Bailliére

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