Católicos chinos oran por la unidad de las comunidades “oficiales” y “clandestinas”

Los católicos chinos en su patria y en el mundo rezaron el pasado 24 de mayo por la Iglesia en China, según la intención de Benedicto XVI en su carta de mayo de 2007.

El santuario de Nuestra Señora de Sheshan, que se halla a las afueras de Shanghai, siempre ha reunido a cristianos “clandestinos” y “oficiales” por su devoción a María, cuenta Bernardo Cervellera en la agencia Asianews.

Desde la publicación de la carta del Papa a los fieles de la Iglesia Católica en la República Popular China, durante los tres últimos años la Jornada de Oración ha tenido un cierto éxito. Las Conferencias Episcopales de muchos países han organizado las celebraciones. En China ha tenido un éxito discreto, teniendo en cuenta la resistencia del gobierno y de las Asociaciones Patrióticas para tratar de impedir a los fieles peregrinar a Sheshan.

Desde que Benedicto XVI indicó Sheshan como el lugar para rezar por la unidad de la Iglesia en China, en el mes de mayo, el gobierno de Shanghai ha prohibido la peregrinación de las diócesis vecinas al santuario. Por lo general, el 24 de mayo, en la colina de la Virgen, se congregaban al menos 20.000 fieles. Desde hace tres años, sin embargo, sólo se reúnen unos pocos miles, todos de Shanghai. A los otros fieles se les impide acercarse gracias a un despliegue de policías y “voluntarios”, que les cortan el paso incluso en las carreteras que llevan al santuario, a varios kilómetros de distancia.

A pesar de estas dificultades, los sacerdotes y los obispos nunca se han desanimado y han transformado la Jornada en una cita diocesana. Cervellera asegura que muchos han participado en misas, adoraciones y bendiciones eucarísticas, así como en peregrinaciones a los santuarios locales. Tanto fieles de las comunidades “oficiales” como “clandestinas” oraron por la unidad y la fraternidad entre las dos ramas de la Iglesia, así como por los jóvenes obispos de la Iglesia “oficial”, para que sean fortalecidos en su testimonio y en la comunión con el sucesor de Pedro. También pidieron por los obispos de la Iglesia “clandestina” que siguen en la cárcel.

Desde este punto de vista, escribe Cervellera, la Jornada ha tenido un gran éxito, porque crea en todos los fieles expectativas y preocupaciones comunes.

Lo que se debe fortaleces es sobre todo la unidad entre los obispos y entre éstos y el Papa. El gobierno de Beijing no está llevando a cabo una cruel persecución como en el pasado. Los obispos “clandestinos” que han desaparecido quizá se encuentren en algún lugar aislado, pero están privados de libertad. La verdadera persecución que se está llevando a cabo es la de la división. Arrestando a los obispos que piden libertad de religión, Pekín advierte a los obispos “oficiales”, tal vez un poco “temerosos”, de que corren el riesgo de perder la poca libertad de culto que se les ha concedido.

Al mismo tiempo, concluye Cervellera, Pekín no parece obstaculizar nuevas ordenaciones episcopales aprobadas por la Santa Sede (como en Xiamen, Hohhot, Haimen). Sin embargo, incluye entre los obispos concelebrantes a algún obispo excomulgado, haciendo más difícil la unidad con los fieles “clandestinos” y realizando un gesto de desprecio hacia el Papa. El pasado marzo, la Comisión China-Vaticano publicó un texto según el cual “los obispos chinos tienen la plena dignidad y la responsabilidad de guiar a las comunidades católicas; deben evitar gestos que vayan contra la comunión con el Papa, como ordenaciones episcopales, concelebraciones y encuentros públicos con obispos ilícitos”.

Por Alfonso Bailly-Bailliére

 

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