Una religiosa de Iesu Communio cuenta cómo descubrió su vocación. Once años después exclama: “¡Soy tan feliz!”
La hermana Cristina tiene 29 años e ingresó en el monasterio de La Aguilera-Lerma el día que cumplió 18 años. “¡Soy tan feliz!”, cuenta en un libro titulado “Generación JMJ” que acaba de publicar Cobel Ediciones. Descubrió su vocación tras asistir a la JMJ de París, en 1997. Desde entonces, cambió la imagen que tenía de la Iglesia.
Recuerda que “la idea de ir a la JMJ no me emocionaba. Tenía una imagen equivocada de la Iglesia; sólo me venían a la cabeza personas mayores, no había encontrado nada que fascinara mi corazón. Quizá me había quedado en un ‘tienes que hacer’, ‘tienes que…’, como si yo tuviera que darle algo a Dios. ¡Qué equivocada estaba!”.
Sin embargo, gracias a la invitación que le hizo una profesora de su instituto, decidió ir a la JMJ y “a partir de entonces no podía dar crédito a lo que veían mis ojos, y me parecía todo un sueño. […] ¿De dónde había salido ese millón de jóvenes cristianos de todas las nacionalidades?”. Conoció a jóvenes felices, que se sentían privilegiados por ser cristianos, “chicos normales, incluso guapos, inteligentes, con futuros prometedores, que estaban en el seminario, sacerdotes jóvenes, felices de ser de Cristo”.
La joven religiosa cuenta también que los años siguientes “Cristo me fue enamorando cada día más, hasta que descubrí que me llamaba a ser suya”. Al conocer a las religiosas de Lerma, reconoció “lo que había en lo más profundo de mi corazón: una promesa de esponsalidad, de maternidad, de comunión…”.
Once años después, la hermana Cristina y las religiosas de Iesu Communio “permanecemos aquí dejándonos hacer, aprendiendo cada día a ser cristianas, queriendo a Cristo, siendo presencia del Resucitado que nos ha dado la Vida, y orando por cada uno de vosotros: ¡no estáis solos!”.
