Lleva más de 20 años en el centro hospitalario de referencia infantil de España

Capellán del Hospital Niño Jesús: “No creo que nadie se atreva a suprimir la ayuda del servicio religioso”

El padre Juan Pedro asegura que los padres “le reciben con mucha alegría” cuando visita a sus hijos enfermos

Los sacerdotes Juan Pedro y Andrés, capellanes del Hospital Niño Jesús.
Los sacerdotes Juan Pedro y Andrés, capellanes del Hospital Niño Jesús.

Los sacerdotes Juan Pedro y Andrés son los capellanes del Hospital Niños Jesús de Madrid.  Forman parte del personal del mejor centro hospitalario infantil de España. Andrés, más joven, lleva diez años, y Pedro más de 20 años. Afirman que, en general, padres y familiares de los niños enfermos, les aceptan “de maravilla”.

El padre Juan Pedro (Pedro, como le llaman en Hospital) es sacerdote diocesano. “El actual obispo de Ávila, monseñor Jesús García Burillo, es quién me encargó esta labor pastoral. Le pedí que me diera tres meses para saber si estaba preparado para esto porque no todo el mundo sirve para determinados sitios. Iba para tres meses y llevo más de 20 año”, relata a Religión Confidencial.

Le enviaron al hospital sin recibir ninguna clase de formación específica para ser capellán de pastoral sanitaria. “No es un sitio más difícil que otro. La experiencia te va guiando para saber cómo tratar a los niños enfermos y a sus padres”, apunta el sacerdote.

Rechazo al capellán

Pedro acude diariamente a ver a los niños enfermos del hospital. Se presenta como el capellán. “En general, los niños y sus padres me aceptan muy bien. Me reciben con mucha alegría y me dicen que rece por los niños”, manifiesta el capellán a este Confidencial.  

En estos últimos años en el que parece que se ha acentuado el secularismo, afirma que él no ha visto a padres con aversión a la religión o su persona. Incluso ha conseguido adelantar la cita médica de algún niño. “Los médicos nos hacen caso a todo. Nos tratan estupendamente”, afirma el padre Pedro.

Sobre la polémica de suprimir el servicio religioso de los hospitales, el sacerdote responde: “Bueno, yo creo que, si algún partido político defiende esta idea, es porque a sus electores les gusta escucharla. Pero a la hora de la verdad, no se van a atrever a quitar el servicio religioso. Si de verdad piensan en la gente, la gente lo quiere”.

En su opinión, los enfermos tienen derecho a recibir asistencia religiosa y tienen derecho a que un capellán permanezca en el centro determinadas horas y forme parte del personal. “Mi sueldo lo paga el Insalud que lo manda al arzobispado y el arzobispado me paga a mí. Es un servicio más como cualquiera que está aquí, desde el trabajador social hasta el vigilante”, explica.

Los padres que se vienen abajo

En el día a día, se encuentra con muchas situaciones dolorosas. “Acabo de hablar con unos padres de un niño con leucemia. Se han venido abajo. Ayer eran una familia normal y hoy su hijo tiene cáncer. El desgarro es enorme. Lo que aconsejo a la madre es que se vaya a la peluquería y se ponga guapa porque lo peor para su hijo es ver a sus padres hundidos”, explica el capellán.  

También aconseja a los padres que atiendan a sus otros hijos sanos, porque a veces están solo centrados en el niño enfermo. “Yo, por ejemplo, si le llevo una foto firmada por un jugador del Real Madrid, también le traigo otra al hermano del niño enfermo”.  

Animar a los niños enfermos

Animar a los niños es mucho más fácil. “Son estupendos. Con muy poco se conforman. Algunos sí que perciben que la cosa es grave. Otros viven como niños porque el Hospital facilita muchas actividades: teatro, payasos, maestros que les dan clases, etc.”  

 

Con los niños de trauma, anima a los padres que, con una pequeña oportunidad, el niño olvida el accidente. “Un niño que le ha pasado un autobús por encima, si recibe todo el apoyo, sale adelante”, apunta el padre Pedro.

El momento de mayor alegría es cuando les dan al alta. “Toda la familia se va muy agradecida porque en este hospital, una de las características principales es que al niño se le trata de maravilla. Es un rey. El trato de médicos y enfermeras es exquisito”, explica.  

El fallecimiento del niño

Sin embargo, sufre momentos muy dolorosos. “Cuando un niño fallece, lo mejor a veces es no decir nada a los padres, no darles ninguna charla porque no hay consuelo. Solo apoyarles y estar con ellos”, explica el sacerdote.

Testimonios de fe se dan todos los días. “Hay padres que lo aceptan con una fe inmensa, tanto la enfermedad como el fallecimiento. Recuerdo una madre que nos pidió bautizar a su hija ya mayorcita”, afirma.

En cambio, otras personas le han traslado la eterna pregunta: Como un Dios tan bueno se ha llevado a su hijo “Hay que comprender su reacción. Yo nos les echo ninguna charla. Acompaño y escucho. Me he encontrado con muy pocos que se han enemistado con Dios por el fallecimiento de un hijo”, manifiesta.





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